¡Bonanza económica!

¡Bonanza económica!

La marcada y hartamente atestiguada bonanza en la economía dominicana, nos presenta una gran interrogante. Somos en la región, el país con la mayor recuperación económica y una muy acertada dirección en la Arcas del Tesoro Nacional. Sin embargo, nos vemos forzados a acudir a préstamos infinitos de bancos extranjeros, para poder mantener el ánimo popular más que ingenuo, con la idea de respaldar esta ilusa prosperidad, la cual será pagada en el futuro, sea por el cielo, sea por no sabemos quién.
Cada día, sin embargo, la sabia “vox populi” lamenta la evidente carencia de recursos para cubrir las necesidades perentorias de las clases medias y de las más desposeídas, que constituyen más del 90% de la población dominicana. Cada día, por demás, se escenifican múltiples actos de violencia infrahumana y de desenfrenadas actitudes intolerantes ante las más ínfimas confrontaciones del diario vivir. Armas aparecen salidas de la nada, palabras sinónimas de odios y rencores muy profundos, otrora impensables. Justicia de la Injusticia que se identifica y esconde la impunidad remunerada, todo lo cual desemboca en una abulia total y colectiva, semejante a la sufrida por los primeros antiguos dueños absolutos de nuestras tierras: nuestros antepasados aborígenes, que se dejaban languidecer hasta la muerte ante la impotencia para luchar contra los colonizadores españoles que despiadadamente abusaban de ellos. ¡Deplorable condición humana para todo conglomerado social en un mundo lleno de posibilidades desestimadas para el logro de una genuina felicidad al alcance de todos.
Se nos va el tiempo sin pruebas fehacientes de ese éxito económico, que a todos debería favorecer. Coincido con Santo Tomás de Aquino, gran filósofo del Catolicismo, y con Pablo McKinney, que lo citó diciendo que “toda actividad económica debe servir al bien común”: Las estadísticas y modificadores económicos “en papel”, aunque tangiblemente invisibles a los ojos del común mortal, nos conducen a “la deshumanización de la economía”, que es a final de cuentas, el verdadero propósito de esa bonanza virtual que deseamos resaltar. En una entrega anterior, decía quien esto escribe, que estábamos asistiendo y ejerciendo una cultura de la corrupción. Una cultura con una religión que venera en fervientes peticiones al “Dios Dinero”, que indudablemente se requiere para suplir tantas necesidades, como también nos hace merecedores de grandes recompensas, pero siempre que hayan sido adquiridas sin perjudicar ni quitar lo que a otros pertenece. Mas esta cultura de la Corrupción Impune, es el eje de todos los otros males que ahora nos hieren, ya que nos llevan a una desgraciada “deshumanización de toda la sociedad”.
Por Dios! Basta de engaños repugnantes y que continúe la Marcha Verde en su ferviente lucha contra todos estos males que nos aquejan!

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