El mercado de bonos ha comenzado a emitir señales de estanflación, una rara combinación de precios en alza en una economía en contracción.
Las expectativas de inflación a diez años –tasa de breakeven o equilibrio, que es la brecha entre los bonos del Tesoro a 10 años y los valores protegidos contra la inflación del Tesoro (TIPS)- acaban de aumentar hasta el nivel más alto desde 2005, mientras que la curva de rendimiento -el diferencial de los rendimientos del Tesoro a 10 años sobre los de dos años- se ha reducido a niveles no vistos desde la recesión por la pandemia (ahora está en 25 puntos básicos con un claro repunte del rendimiento del bono a 2 años).
La historia muestra que una inversión total, como ocurrió en 2019, señalaría una contracción inminente.
Los expertos esperan que la curva vuelva a acertar, esta vez anticipando una recesión.
El mundo ha entrado en escenario de estanflación
El mundo ha entrado en un escenario que podría conducir a la estanflación (recesión combinada con alta inflación), tras los problemas de oferta generados por la pandemia y la agudización de la crisis de precios, por vías directa e indirecta, que está causando la invasión rusa a Urania.
Los precios del petróleo, del gas natural y el carbón, así como el de los metales, se han desbocado, al igual que el de los los alimentos, y los mercados temen que lo peor no ha pasado.
A eso se agrega el incremento de los costos de los fertilizantes, lo cual pinta un panorama aterrador en los precios de los alimentos.
Los precios del barril de petróleo Brent alcanzaron el viernes niveles que no se veían desde 2008 ( 139 dólares el Brent y 107,67 dólares el Intermedio Texas), aunque luego se replegó un poco (el Brent cerró ayer en 123 dólares y el de Texas en 119 dólares).