Aunque hoy en día los bonsai se identifican con Japón, los historiadores estiman que la técnica fue introducida en aquel país desde China en los siglos XII y XIII, debido a la creciente influencia del budismo Zen y al ascendente del imperio chino en toda Asia.
En Japón la técnica alcanzó un refinamiento tal que para el siglo XIV los arbolitos llegaron a convertirse en un símbolo de prestigio para la aristocracia del país. Para el siglo XVIII el bonsai se entendía como el refinamiento más absoluto de la naturaleza, traducido en un árbol desprovisto de todo, salvo de sus elementos más importantes. Es decir, que el bonsai, más que una simple técnica de jardinería, representaba una filosofía que trataba de llegar a lo más esencial de la naturaleza y alcanzar la armonía entre el cuerpo y el alma.
Cuando Japón salió de su tradicional aislamiento político y económico en el siglo XIX, el mundo descubrió de repente los bonsai y quedó prendado de estas plantas que se asemejaban a árboles centenarios, pero en miniatura.
Hoy en día, la gran demanda mundial de bonsai ha creado una industria floreciente de cría y exportación, así como una multitud de asociaciones horticulturales en todo el mundo que se dedican con gran entusiasmo a la práctica y divulgación de esta actividad.
¿Qué es un bonsai?
Bon significa bandeja y sai significa plantado. Y es que una de las características del bonsai es que crece y se expone en una maceta de escasa profundidad.
En un principio los bonsai no eran más que arbolitos enanos de extrañas formas, tomados directamente de la naturaleza y expuestos en pequeños recipientes. Pero con el tiempo, y debido a la dificultad de encontrar plantas con estas características de forma accidental, los jardineros empezaron a experimentar, podando ramas, restringiendo el crecimiento de las raíces y dirigiendo el desarrollo del árbol mediante alambres y otras guías. Así es como consiguieron miniaturizar árboles normales.
El objetivo es conseguir un árbol de proporciones perfectas, que parezca un árbol maduro aunque su tamaño sea muy reducido, y que presente una forma agradable a la vista, forma que a menudo reproduce los efectos que la naturaleza tiene sobre los árboles en el campo o en el monte. Así, hay bonsai que parece que han sido esculpidos por el viento, mientras que otros caen en cascada o crecen perfectamente tiesos.
[b]¿Cómo crear su propio bonsai?[/b]
Si en lugar de comprar un bonsai ya desarrollado, quiere crear uno por su cuenta, lo primero que tiene que saber es que pueden pasar muchos años hasta que el árbol se parezca a un bonsai. No es un hobby de resultados inmediatos, por lo que requiere mucha dedicación y paciencia… ¡hasta diez años de paciencia!
Además tendrá que convertirse en un experto horticultor, y familiarizarse con las técnicas de trasplante, fertilizado, podado de ramas y raíces, mezcla perfecta de tierra, y un largo etcétera.
Los expertos advierten que en los primeros intentos, es muy posible que se muera más de un árbol. Así que lo más recomendable es acudir a una asociación reconocida de horticultura donde haya otros aficionados a los bonsai. La experiencia de los demás es imprescindible para saber a qué atenerse y cómo empezar.
[b]Cuidado del bonsai[/b]
Bien haya creado su propio bonsai o lo haya comprado, este ser vivo requiere unos cuidados especiales. Lo primero a tener en cuenta es que la mayoría de los bonsai no son árboles de interior sino de exterior. Si guarda un pino bonsai en interiores, por ejemplo, lo más probable es que muera.
Y es que los bonsai no son todos iguales, sino que se trata de especies diferentes de árbol. Por ello, algunos necesitarán sol y otros sombra, frío o calor, más o menos agua, más o menos fertilizante… Asegúrese de saber qué especie de árbol tiene y familiarícese con sus cuidados específicos.
Estén dentro o fuera, los bonsai no se deben colocar en el suelo, sino idealmente a la altura de los ojos para poderlos apreciar mejor. Recuerde que se trata de alcanzar armonía visual: por ello hay que cuidar la maceta tanto como el árbol y tratar de que se complementen.
[b]La polémica[/b]
Hay quien piensa que es cruel impedir que un árbol crezca hasta su tamaño natural, así como recortarlo y deformarlo por puro placer estético. Sus defensores señalan que la práctica de dirigir el crecimiento de una planta se utiliza desde hace siglos con todo tipo de especies, y que cualquier jardín público contiene arbustos que han sido podados según criterios mucho más fantasiosos que los bonsai.
Y que además, un bonsai bien creado es un árbol perfectamente sano y nada deforme, sino todo lo contrario: perfectamente equilibrado en todas sus partes. Un bonsai a menudo recibe más cuidados que la mayoría de las plantas corrientes que dejamos morir en nuestras terrazas y jardines.