Bosch, Balaguer y sus discípulos

Bosch, Balaguer y sus discípulos

RAFAEL TORIBIO
El doctor Balaguer ha pasado de vilipendiado a reconocido y emulado, hasta haber sido declarado «Padre de la Democracia», por iniciativa y voto del partido político que más le había adversado. Por el contrario, Juan Bosch ha sido agresivamente olvidado, y sustituido en la práctica como referencia política, por quienes dicen ser sus discípulos.

Bosch y Balaguer son dos figuras distintas; representan dos formas muy diferentes de entender la política y ejercer el poder, con principios y valores contrapuestos. Pero ahora se pretende olvidar y que se olviden las diferencias para hacerlos lo más parecidos posibles. Negando lo que Bosch defendió y representa se intenta que sea sustituido como referencia política por quien encarna todo lo contrario de lo que él significó.

¿Por qué se prefiere a Balaguer como modelo del político y se trata que se olvide lo representado por Bosch? Veamos algunas de las diferencias más importantes entre estas dos figuras que los discípulos actuales de cada uno tratan de hacer que se olviden para que las diferencias desaparezcan. Así esperan no tener remordimientos de seguir unos alabando a su líder y otros olvidándolo.

Estas son algunas de las «cualidades» que adornaron el quehacer político de Balaguer que sus seguidores de siempre, como también los de ahora, olvidaron y quieren que los demás olviden.

Un pragmatismo salvaje que le hizo hacer todo lo que fuera necesario para llegar al poder y permanecer en él el mayor tiempo que fuera posible, confirmando con ello su apego fiel al principio de que «el fin justifica los medios», aunque esto significara la violación de los derechos humanos, incluyendo hasta el de la vida.

Aceptación de la democracia sólo como un régimen en el que formalmente debe organizarse el Estado. En la práctica suplanta las instituciones, concentra todos los poderes, haciendo su división una simple ilusión, y administra los recursos de manera que los invierte o gasta en lo que él, personalmente, entiende conveniente.

Concibe que una vez se ha logrado el poder debe ejercerse por el mayor tiempo que sea posible y que esta continuidad tiene como base la reelección indefinida, criterio que se fundamenta, en palabras modernas, en que el continuismo, no la alternabilidad, es lo consustancial a la democracia.

Fue un conspirador permanente contra las instituciones porque entendía que a menos institucionalidad mayores eran las posibilidades para imponer la voluntad personal desde el poder. Salvo la Presidencia de la República, personalizada en el Presidente, no favoreció el fortalecimiento de ninguna otra institución del Estado.

En los períodos en que gobernó, la corrupción no fue perseguida sino alentada. Fue utilizada como un instrumento de gobierno por lo que se permitió o fomentó según conviniera para retribuir trabajos realizados, cooptar a adversarios o implicarlos y así desacreditarlos o neutralizarlos.

Por su parte, los que se proclaman discípulos de Bosch han olvidado muchas de sus enseñanzas y quieren que los demás olviden cualidades y posturas como las siguientes, en su intento de presentarlo como poco distante de Balaguer. Piensan que si las diferencias desaparecen la conciencia puede estar más tranquila.

Bosch concibió y defendió toda su vida política como una actividad de solidaridad y el poder como un medio para contribuir al bienestar de los demás, manteniendo siempre un sentido ético en el ejercicio de la política por entender que no todo puede hacerse o tolerarse.

Defensor de los principios en los que creía de forma vehemente y en cualquier circunstancia, sin importar las consecuencias y lo fue también a ultranza del patrimonio del Estado. Opuesto radicalmente a la corrupción, nunca toleró ni siquiera la presunción de conflictos de intereses. Fue «patológicamente honesto».

Opuesto a la reelección presidencial, defendió la conveniencia de la alternabilidad en el ejercicio del poder, el respeto irrestricto a la institucionalidad democrática y a los derechos humanos. En estos temas no hizo nunca ninguna concesión.

Dos políticos diferentes. Dos trayectorias muy distintas que hoy los que han renunciado a ser discípulos de uno, para querer serlo de los dos, tratan de hacer que parezcan como iguales o, al menos, muy parecidos. ¿Por qué?.

Es más cómodo que la referencia política sea Balaguer a que sea Bosch: La luminosidad de Bosch deslumbra y pone al descubierto las sombras que se quieren ocultar y las renuncias a que se ha tenido que llegar. El tono gris que predomina en Balaguer es más encubridor.

rtoribio@intec.edu.do

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