Bosch, Borges y Judas

Bosch, Borges y Judas

En la “Aclaración para la edición dominicana” del libro “Judas Iscariote, el Calumniado” de Juan Bosch, ahora magníficamente editado con prólogo del juez español Baltarsar Garzón Real, notas de Rafael Sarró y epílogo de Diómedes Núñez Polanco (Madrid: Antonio Machado Libros, 2009), el autor narra un encuentro con Raúl Roa en 1947, quien, cuando se enteró que Bosch estaba escribiendo un libro sobre Judas Iscariote, le dijo: “Sí, escríbelo, que la familia de Judas te lo va a agradecer mucho”.

Esta anécdota revela el coraje que se requería en la época que Bosch escribió dicha obra para emprender tal tarea. Y es que, desde la óptica estrictamente política, nada podía ganar Bosch al someter a revisión el juicio que condena a Judas como el paradigma de la traición. Pudo abordar la temática desde la ficción, como lo hizo Jorge Luis Borges en sus irreverentes “Tres versiones de Judas” publicadas en 1944. Allí, el hombre que confesó a Ernesto Sábato que la teología no era más que  “la perfección del género” de la “literatura fantástica” anunció que el apóstol no tenía que desempeñar el rol del eterno traidor. Bosch, sin embargo, prefirió el difícil género del ensayo, como una manera de hacer justicia histórica –desde la lectura crítica de los propios evangelios- a alguien que “no escribió, no adujo palabra en su defensa, y durante dos mil años no ha habido fuente directa en qué abrevar para justificar una revisión del juicio que le ha condenado como arquetipo de traidor”.

El relato de Borges se basa en la obra del suizo Nils Runeberg, autor de un libro titulado “Kristus och Judas”, que fue acerbamente criticado por los teólogos al momento de su publicación en 1904. Son tres las explicaciones que suministra el argentino de la conducta de Judas: 1) el apóstol, motivado por un fin superior, se inmola para dar cumplimiento a lo predestinado por Jesús; 2) actuando por decisión propia, fue un asceta que, creyéndose “indigno de ser bueno”, mortificó su espíritu, premeditando y efectuando la entrega del Maestro; 3) Judas no era más que la contracara de Jesús, un Dios que se rebaja a ser hombre para asumir la culpa infinita de traicionar a su hijo. La suerte de Runeberg se asemeja a la de Judas pues, desdeñado por los teólogos, deambuló por todas las librerías de Lund y Estocolmo, aunque no se suicidaría sino que moriría de un aneurisma en 1912.   

Borges y Bosch precedieron a una pléyade de escritores que, como Kazantzakis, Saramago y Bulgakov, presentarían a Judas como un héroe, un combatiente de la resistencia o un testigo sufriente. En el caso de Borges, como bien señala Tomás Eloy Martínez, éste se anticipó a las revelaciones del “Evangelio de Judas”, parte del Códice de Minia descubierto en Egipto en 1978 y publicado en 2006. Este Evangelio refleja las ideas de la escuela de pensamiento a la cual se refiere Ireneo de Lyon en el año 180 y según la cual fue el propio Jesús que instigó a Judas a entregarlo. El problema es que, como bien señala el Padre Raniero Cantalamessa, “los evangelios apócrifos, en particular los de matriz gnóstica, no fueron escritos con la intención de narrar hechos o dichos históricos sobre Jesús, sino para transmitir cierta visión de Dios, de sí mismos y del mundo, de naturaleza esotérica y gnóstica. Basarse en ellos para reconstruir la historia de Jesús es como basarse en ‘Así hablaba Zaratustra’ no para conocer el pensamiento de Nietzsche, sino el de Zaratustra”.

En su ensayo, Bosch describió “una ley universal en el fenómeno político”: la satanización del enemigo, y principalmente del enemigo interno. A este expediente recurren “instintivamente (…) todos aquellos que se lanzan a la conquista del poder, ya sea en una sociedad o en una organización”. ¿Es posible desde el cristianismo “un juicio equitativo y reparador hacia Judas Iscariote” como sugiere Garzón en su prólogo? La respuesta dependerá de si nos aproximamos a Jesús –y por tanto a Judas- desde la incredulidad o desde la fe, porque solo la fe nos permite entender en toda su magnitud la radicalidad religiosa de Jesús, sus milagros, su enjuiciamiento y posterior muerte. 

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