Bosch, Colombo y yo

Bosch, Colombo y yo

“Don Yo de Córdoba”, es como me saluda este personaje con más de 35 años en el periodismo latinoamericano, que responde el nombre de Ramón Emilio Colombo, periodista de gran fineza, de un pensamiento lúcido, quién ha hecho de la buena comunicación un ejercicio diario de vida, veterano de muchas luchas, de esos humanos que aman la vida intensamente porque  conocen y aceptan que tiene su lado oscuro. El fino y agudo escritor acaba de presentar la obra “Bosch La palabra y el Eco” con el auspicio de la Secretaría de Cultura. Somos parte de la “intelligentsia” dominicana, por sus grandes aportes a la cultura literaria y a la educación del  país.

Lo conocí a través de mi primo Enrique, y como la “empatía” es la habilidad de compartir y apreciar los sentimientos de los otros, consecuencia de la evolución humana, es decir que es un sentimiento superior, hacemos “química”. Está entre los amigos con los que disfruto -dilectar-  y gracias al psiquiatra y al periodista pude conocer a Octavio Paz,  José  Saramago, Joaquín Sabina y otros. El personaje es un alma libre, que tiene la capacidad de convertir la noticia cotidiana en una literatura digerible, le imprime su estilo particular.

La obra sobre Bosch describe facetas poco conocidas de la vida de este político superior, el que, en mi humilde punto de vista, ha sido el que más aportes ha hecho a la democracia dominicana, luego de la muerte de Trujillo. Esto creo, que es casi una unanimidad encomiástica, de los que pensamos sin fanatismos trasnochados y sin ergotismos, ni tenemos compromisos amordazantes que mal conducen. Es sin dudas el dominicano más universal en el pensamiento, y quien ha hecho las mayores contribuciones para el desarrollo de los partidos políticos, como elementos vitales de la democracia. Para saber más de este político, el más liberal de todos, recomendamos esta obra, que es una compilación de los encuentros entre el profesor, político prominente, con un talentoso periodista de la síntesis, con el que coincidimos en las numerosas “imperfecciones” de la democracia, pero aun sigue siendo el mejor sistema para convivir civilizadamente.

El Gral. José Miguel Soto Jiménez escribió sobre el libro de Colombo en su columna “Dominicaneando” el pasado mes en el Listín Diario, a quien le solicité personalmente permiso para usar sus juicios sobre el común amigo, él amablemente, con la caballerosidad que lo caracteriza me autorizó a citarlo: “En colombo no hay bajezas, ni trapisondas, defiende convicciones como reciario, sin desdeñar una decencia ritual que lo caracteriza.

Porque es honesto consigo mismo, suele ser íntegro con todos los demás, inclusive con sus adversarios.

Porque Colombo, y eso también hay que decirlo, es buen amigo, solidario, leal y consecuente. Sincero siempre, hábil para el consejo que admite réplicas y contrarréplicas, para pretender decir siempre la verdad.” Qué bueno, ambos coincidimos sobre el “fratelo”.

Citamos al sabio Profesor Bosch en la página 69 de la obra: “La vida es así, y no es de otra manera… Nosotros morimos cada día,  avanzamos hacia la tumba… Así es en la vida política: unos van y otros vienen… La política en eso es como la vida misma: está constantemente muriendo y constantemente naciendo; llegan y se van gentes…”. Don Juan, un verdadero Maestro, en hora buena, Don Ramón.

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