Bosch: La Mañosa y caudillismo político

Bosch: La Mañosa y caudillismo político

SALVADOR BRETÓN HOLGUÍN
La ausencia de un liderazgo transformador, la anarquía y la debilidad institucional y jurídica es un “caldo de cultivo” para el caos que nos puede llevar a un salto al vacío; o mejor dicho, a un “brinco dialéctico” hacia el vacío político.

La fragilidad institucional que nos gastamos permite que por sus grietas seculares se cuelen todo tipo de vicios tales como el reciclaje de métodos y estilos de hacer política y gobernar que debieran estar superados. Estamos, cada día más; descendiendo espiritual, cultural y políticamente.

“Los hombres iban aprendiendo que no era teniendo más poder, o más conocimiento solamente como lograrían la felicidad, sino refinando sus sentimientos y haciéndolos cada vez más firmes y puros”. Esto decía el profesor Juan Bosch en su Cuento de Navidad. “En La Mañosa, aunque se denuncia el caudillismo, la politiquería, la anarquía que se vivía en la época de Conchoprimo; no es una novela que, como las demás en su género, mira los acontecimientos del país en términos políticos; por el contrario una novela que ve esos mismos acontecimientos en función de los sentimientos humanos.” Todo lo que acontece, las revoluciones y sus estragos, tiene poco que compartir con una visión política de la realidad, pero sí mucho con una visión humana.

Mientras en otras novelas, la política y el juicio político, o sea, la necesidad del hombre fuerte es lo primordial. En la novela de Bosch, La Mañosa, es el sufrimiento de los personajes. En las otras novelas, en sus mensajes pedían a gritos un hombre fuerte: como Ulises Hereaux (Lilís), Rafael L. Trujillo Molina (Chapita), para imponer la paz, el desarrollo y la civilización. Parece ser que este es el origen de la megalomanía, la mitomanía y el mesianismo político en República Dominicana.

El argumento preferido para justificar lo anterior es el siguiente: “las revoluciones crean el caos. Este caos hace imposible la paz. Sin paz no existe la posibilidad de desarrollo, progreso y civilización…” Para Bosch, “La paz significa la posibilidad en los hombres de vivir su vida, de desarrollar sus sentimientos en ella, de alcanzar un futuro en el cual sea viable la felicidad, y no en términos de palabras huecas, sino en términos concretos”.

Sentenciaba Bosch, en La Mañosa: “La felicidad no se encuentra en el poder, en la revolución; se encuentra mas bien, en la posibilidad de los hombres poder reafirmar sus sentimientos, haciéndolos cada ve más firmes, puros y solidarios”… En efecto, esto es exactamente lo que todos personajes hacen en La Mañosa; con excepción de Fello Macario, y Moncito.

Esto no significa que Bosch desestime el poder y el conocimiento, o sea la política, al escribir su novela. Es que para él, estos no son, como los creen algunos hombres, los únicos medios para lograr la felicidad. La política es un medio hacia un fin; no es como piensan y actúan algunos: un fin en si misma. Decía Bosch: “Muy por encima de la política deben situarse los sentimientos, y es en éstos que los hombres de verdad se distinguen de los demás”

El caudillismo y el partidismo imperantes -como una constante- en la política nacional crean el ambiente de: caos, clientelismo, rentismo, y corrupción; vale decir, la zozobra de la sociedad misma. Lo cual impide el progreso y el bienestar general de la población. ¿Quién logrará quitarle la maña a la mañosa? ¿Quién querrá vivir en un mundo donde gobiernan gente que piensan y actúan como si estuviésemos en el pasado?

Finalmente, en el quehacer político dominicano encontramos un denominador común vigente en los partidos y sus dirigentes: la retroalimentación de un mundo subterráneo en el cual predomina la política en sí misma como un medio para los hombres buscar “su felicidad individual”, mundo este en el cual no tienen cabida los sentimientos, pero todo queda siempre igual para las grandes mayorías ingenuas y desprotegidas.

En esta clase de mundo los hombres, como lo expresa el personaje Dimas, son peores que las bestias. En estos predios los animales son más civilizados que los hombres, ya que a éstos, a diferencias de aquellos, nadie puede quitarles “Las Mañas”. Para muestra de lo que acabo de afirmar, véase el gasto millonario de recursos consumidos en vano; para financiar el juego absurdo de una democracia representativa, no participativa, que no ha podido parir un legítimo y auténtico liderazgo político.

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