Bosch: medio siglo después

Bosch: medio siglo después

Han transcurrido más de veinte años de la anécdota que narro. Me desplazaba a pie en la capital por la avenida Tiradentes en dirección de norte a sur por los alrededores de Plaza Naco cuando fui sorpresivamente interceptado por una limosina negra que transitaba del mismo lado que caminábamos. Una puerta trasera se abrió y de su interior surgió la figura de un hombre trajeado de oscuro. Aquello me recordó una película de acción norteamericana. Pensé en lo peor, y sin embargo resultó  ser lo mejor. Se trataba del alcalde capitaleño, el señor Rafael Corporán quien de inmediato dijo: “Hola Dr. Sarita, no comulgo con su ideología pero admiro su coherencia”.

Dicha expresión me impactó y se quedó grabada en mi mente hasta el sol de hoy. Para el estudioso de las ciencias que atañen al comportamiento de las personas en la sociedad, nada mejor que darle seguimiento a la conducta ciudadana de las figuras públicas. Algunas se asemejan a enfermedades como la sífilis, también conocida como la gran simuladora, pues se parece a otros procesos morbosos requiriendo de pruebas muy específicas para identificar su verdadera naturaleza. Como en sociología no existen esas analíticas de laboratorio, no nos queda otra alternativa que darle seguimiento a lo que dice, escribe y hace esa gente en la coordenada temporal, para luego constatar si existe o no una correspondencia entre lo que ha proclamado versus lo hecho en concreto. Cincuenta años de seguimiento es más que suficiente para sacar conclusiones sobre el valor moral, ético y político de un ex mandatario ejemplar como lo fue el profesor Juan Bosch. Revisemos un párrafo de su discurso inaugural de la toma de posesión en febrero de 1963: “Los pueblos dignos, como los hombres con estatura moral, buscan dar, no recibir, buscan ayudar, no pedir.

Si debido a la desgracia que nos abatió durante treinta y dos años hemos tenido que ir por el mundo democrático en solicitud de ayuda, no debemos acostumbrarnos a vivir de ella. La hemos recibido, y la agradecemos con lealtad, como saben agradecer los bien nacidos.

Pero preparémonos a bastarnos a nosotros mismos, levantarnos con nuestras fuerzas, a labrar la estatua de nuestro porvenir con manos dominicanas. Así como hubo una época en que demócratas de este país debían andar por el mundo con la frente abatida de vergüenza, así hagamos ahora de tal manera que los demócratas de América levanten la cabeza asombrados para ver como en esta tierra los mismos que antes padecieron la tiranía edifican un hogar para la dignidad, para la libertad, para la abundancia y la cultura”.  El 26 de enero de 1991 durante la clausura del Cuarto Congreso del Partido  de la Liberación Dominicana, Bosch proclamaba: ”El PLD no ha recibido en toda su historia ninguna ayuda procedente de otro país. Es más, si un dominicano nos ofrece o nos brinda dinero, sea en cantidad importante o pequeña, tenderemos la mano para recibirla si se trata de alguien reconocido por nuestro pueblo como persona honesta, de alma limpia y además de sentimientos patrióticos, De no ser así no queremos su dinero. Que no se equivoque nadie…” En el epílogo de su vida  fue necesario hacer una colecta para construirle una casa a tan insigne hombre. ¡Cuanta coherencia de vida, señoras y señores!

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