Bosch, Peña y Balaguer: Sus retratos están guardados en el cuartito

Bosch, Peña y Balaguer: Sus retratos están guardados en el cuartito

El país entró como si se hubiera planificado dentro de un nuevo esquema donde no solo están ausentes los líderes históricos de nuestra nueva democracia, sino que ni siquiera sus pensamientos están presentes en ninguno de los procesos internos de los partidos, a pesar de que su desaparición ocurrió hace tan solo unos años.

Juan Bosch y José Francisco Peña Gómez, los grandes líderes de la democracia revolucionaria, hoy solo sirven de vallas o símbolos para determinados actos a los cuales por necesidad o conveniencia hay que reverenciar, pero en lo que se refiere a sus enseñanzas ideológicas, pensamientos políticos y sociales, ya fueron olvidados; de Balaguer ni hablar. Sus retratos están guardados en el cuartico, como dice la canción.

Lo que exhiben y predican los partidos que ayer representaban y proclamaban la Esperanza y la Liberación Nacional, lamentablemente no difieren mucho o casi en nada a lo que pudieran plantear el Partido Reformista o los grupos que conforman la cúpula de poder económico.

Por eso, la recomposición política que habrá de darse en nuestro país, producto de los sacudimientos sociales que sin lugar a dudas se producirán, en vista de los caminos por donde nos conducen, deberá producirse dentro de los mismos partidos, pero con diferenciaciones mucho más profundas que simples planteamientos críticos. Con una visión mucho más acabada y completa de la sociedad a que aspira cada organización y el concepto del Estado que proyecte.

Como hasta ahora el neoliberalismo y la globalización han colocando casi a todos los líderes y dirigentes del mismo lado, al carecer del contenido ideológico y programático original que le dieron sus grandes líderes, tienen que replantearse su diferenciación. Adquirir forma y contenido, de manera que se produzca un retorno y reubicación partidaria y que la gente nueva y no comprometida, que aunque participa en los procesos o simpatiza con lo que fueron esas figuras y esas ideas, lo hagan por convicción.

Pero mientras no se retorne a las posiciones ideológicos y programáticas de las organizaciones, más allá de promesas sin contenido, de reformas fiscales y críticas puntuales, que definan e identifiquen esas ideas con proyectos de estado y de nación, la diferenciación la determinarán definitivamente los candidatos y dirigentes, y su habilidad negociadora.

Lamentablemente los ideales hacia una sociedad nueva con estructuras que satisfagan las necesidades de todos, está en desaparición. Los nuevos ideales apuntan hacia un concepto materialista y arquitectónico del desarrollo, al enriquecimiento rápido, a una eficiencia fundamentada en la facilitación, a un dejar hacer y pasar para que los grupos de poder estén satisfechos, no importa cuánta gente se acueste sin comida, trabajo, salud y seguridad.

Cuando no hay clara y marcada diferenciación en cuanto a contenidos y objetivos, se crea confusión. Se pierde la mística. Permite y fomenta el transfuguismo. Pertenecer a un partido o a otro solo depende de la oportunidad que se le brinde, no de un ideal o un proyecto. Hay que sacar los retratos del cuartico y colocarlos nuevamente de estandartes.

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