Bosch reinventado, “one size fits all”

Bosch reinventado, “one size fits all”

Desde finales de los ’80 hasta mediados de los ’90 don Juan Bosch me distinguió con su amistad y su calidez humana le hizo merecer mi cariño, respeto y admiración. Brillaba como un sol poniente.

Pero seguía siendo Bosch. Hoy en día uno ve tanto afán por reinventar su figura, tan controversial y contradictoria, que sus apologistas lucen como los reposteros de bizcochos malos que quieren poner tanto lustre o suspiro encima de lo que salió del horno, que parece como si quisieran esconderlo en vez de realzarlo.

Las ideas de Bosch fueron tantas y tan cambiantes que para referirse a ellas hay que aclarar a qué época de su prolífica vida corresponden. El joven Bosch que salió del país tras coquetear con el trujillismo para hacer carrera literaria y aprender de política en Cuba y Costa Rica era una cosa muy distinta a lo que luego, tras su Presidencia efímera y exilio, evolucionó.

En 1963 los derrotados cívicos y otros derechistas rechazaron ayudar a construir la democracia y conspiraron, pero también el propio Bosch fue políticamente incompetente para lidiar con las complejidades del poder y aceleró el golpe renunciando a la Presidencia. Nada excusa su derrocamiento pero él mismo hizo poco para evitarlo.

La compleja e intensa personalidad de Bosch, a mi juicio, no ha sido estudiada con la frialdad y seriedad que amerita. Aún pese a sus extravíos marxistas, a haber renegado de la democracia y abstenerse de ir a elecciones, a su estrafalaria tesis de la “dictadura con apoyo popular” y a su aversión hacia muchos de quienes fueron en algún momento sus favoritos, las virtudes y méritos de Bosch hacen de él un coloso dentro de la política criolla.

No sólo creó y presidió los mayores partidos políticos, el PLD y el PRD, sino que ha sido el líder de masas con más clara consciencia ética acerca de cómo y por qué a los funcionarios públicos y políticos debe exigírseles honestidad y pulcritud en la administración del Estado y los partidos. 

Lo mejor de Bosch, quizás su faceta más paradigmática dentro de su poliédrica personalidad, es su inequívoco rechazo a la corrupción. Es el rasgo constante que lo acompañó a través de todas sus mutaciones. Es, tristemente, lo más desdeñado por muchos de sus flamantes apologistas y alegados discípulos. ¡Ay, si don Juan volviera!

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