En su discurso para aceptar la postulación de su partido (PLD) a la Presidencia de la República en las elecciones del 1992, el Profesor Bosch justificaría su decisión asqueado de la corrupción reinante sintiéndose obligado adecentar la política del gobierno y sus instituciones, no sospechando que sus amados discípulos tiempo después, educados para servir al pueblo, no para lucrarse, disminuidas ya las facultades de su líder, perdieron sus enseñanzas y la perspectiva histórica haciendo zafra del poder y de los cargos electivos y designados ocupados por sus altos dirigentes para, acumular riquezas prodigiosas nunca jamás antes vista.
Tiempo atrás, 1973, para crear su nuevo partido Bosch avizoraba en el PRD el germen de la corrupción tal como lo explica la Dra. Milagros Ortiz Bosch en su ponderado estudio (Métodos de trabajo días de construcción y de olvido” y lo ratifica Don Juan cuando en su carta fechada 15 de marzo de 1973 y publicada por el periódico El Sol al día siguiente donde denuncia “la existencia de un grupo pequeño burgués al que solo le interesa su militancia para alzarse con el poder y hacerse ricos”, abandonando el Partido y toda actividad político, conforme con su pensar y su sentir expresado en carta dirigida a su amigo y compueblano Dr. Samuel Mendoza Moya, donde le confiesa: “Carezco de ambiciones políticas. Conozco el poder por dentro como si lo hubiera ejercido y sé que es poco lo que puede hacerse con el gobernando democráticamente en países donde todavía no tienen una real sustancia democrática, pero tengo un alto sentido de mi deber como dominicano.”
Y así lo hizo, cumpliendo con su deber ejemplarmente, con integridad, decoro, decencia, honestidad, sin persecuciones, crímenes ni torturas, sirviendo a su pueblo como debe servírsele durante los 7 meses que le permitieron gobernar: “Seguro de que el ejemplo más alto que puedo ofrecer a mi país y a América es el de un hombre sencillo que no luchó por alcanzar una posición de mando, sino por lograr la democratización de mi país.”
No sé cómo se sentirá el Profesor Juan Bosch en ese espacio que ahora ocupa donde comienza otra vida de seguro menos tortuosa, pero me hago la ilusión y no creo estar equivocado de que se siente complacido al ver reivindicada su excelsa figura viendo cómo la Marcha Verde cobra fuerza y su clamor se acrecienta enarbolando su bandera; la bandera contra la corrupción y la impunidad, que el honrara en su paso por la vida terrenal. Porque no todo está perdido. Porque la esperanza, por el cambio necesario, crece.