Al paso que vamos, el nombre de Bosch sólo podrán susurrarlo los sacerdotes de su culto. A riesgo de incurrir nuevamente la ira de ciertos prebostes de su legado, quiero referirme hoy a las declaraciones del secretario general del Partido de la Liberación Dominicana (PLD), doctor Reinaldo Pared Pérez, quien ha reprochado que un legislador haitiano retirara un retrato del ex presidente Juan Bosch de un salón de la recién inaugurada Universidad del Estado de Haití en La Limonade, Cabo Haitiano, donada por la República Dominicana a un costo de US$30 millones.
Pared Pérez, emblemático neo-boschista de los mejores montados, se rasga las vestiduras y dice considerar la actitud del congresista haitiano como una expresión de sectores desaprensivos. Rechazamos de manera categórica esa actitud, sobre todo porque ha recaído sobre la figura del profesor Juan Bosch, dijo Pared Pérez según una nota de la secretaría de comunicaciones del PLD.
Según Reynaldo, Bosch ha sido, como historiador y político, quien más ha destacado el papel de Haití, como pionero de la independencia de los pueblos de América. Curiosamente, Pared Pérez emitió su declaración durante un operativo médico a cargo de doctores de una universidad norteamericana.
En verdad Bosch escribió bastante sobre Haití. Es hiperbólico digno del típico entusiasmo boschista- atribuirle ser el que más ha destacado la historia haitiana, pues otros de al menos igual calibre que el suyo también han escrito sobre Haití.
Pero, ¿ha olvidado el senador Pared Pérez que durante el efímero gobierno de Bosch sus inadecuados manejos condujeron a la República Dominicana al borde de una guerra contra Haití? ¿Que hubo en suelo dominicano campamentos donde haitianos se entrenaban militarmente para reinsertarse en su país como guerrilleros? ¿Que la Fuerza Aérea dominicana bombardeó en Port-au-Prince hojas impresas con propaganda sobre el conflicto dominico-haitiano de ese momento?
Más que reclamar un cariño por Bosch que difícilmente obtendrá de cualquier haitiano educado y con memoria, Pared Pérez debería entender como casi ofensivo que a esa universidad se le ponga el nombre de Henri Christophe, cuestión más lesiva al amor patrio dominicano que el entendible rechazo a Bosch.
Comoquiera, convertir el excusable episodio anti-boschista en una tormenta en un vaso de agua no hace más que distraer la atención del resonante éxito que para el país significa el necesario estrechamiento de los lazos diplomáticos con nuestro inevitable vecino. ¿Comprende, Reynaldo?