Bosch y Mir: la amistad en el mismo trayecto del Camino Real

Bosch y Mir: la amistad en el mismo trayecto del Camino Real

En este mes de junio, cargado de hitos patrióticos, se cumplen 107 años del nacimiento de Juan Bosch y el 103 aniversario del de Pedro Mir. En su homenaje, publicamos este escrito sobre su entrañable amistad.
Ocurrió un día, sin que Pedro Mir se enterara: un amigo suyo le llevó a Juan Bosch algunos de sus poemas con fines de publicación. El talento poético le impresionó, pero sugirió que debería “dirigir los ojos a su tierra”. Muy pronto recibiría los primeros textos de corte social de Mir, titulados La carta que no ha de venir, Catorce versos y Abulia. Los publicó con este breve comentario: “Aquí está Pedro Mir; empieza ahora, y ya se nota la música honda y atormentada en su verso. A mí, con toda sinceridad, me ha sorprendido. He pensado: ¿Será este muchacho el esperado poeta social dominicano?”.
Es una relación personal e intelectual que empieza formalmente en 1937, cuando Bosch publica varios poemas de Pedro Mir en la página literaria que dirigía en el Listín Diario. Los versos aparecieron en la edición correspondiente al 19 de diciembre. Desde entonces, esa entrañable relación fue creciendo cada vez más, hasta llegar a sobrevivirles. Tanto así, que siempre que se organizaban actos culturales, o algún gran aniversario, se planeaba, muchas veces, la participación de ambos.
Y así fue. Con los años, habría de convertirse en el Poeta Nacional, además de proyectarse como historiador, novelista, cuentista, ensayista, periodista, pensador…
A los diez años de aquel bautismo literario de diciembre de 1937, su vida daba un vuelco: el camino del exilio. Nuevos encuentros con Juan Bosch; esta vez, en la expedición de Cayo Confites, en Cuba, contra de dictadura de Trujillo. Se oponía, a la razón, Don Juan, a que el poeta Mir participara en la acción militar directa, “porque el poeta de la patria no puede correr el riesgo de morir”.
En su residencia de El Vedado, en La Habana, a principios de 1949, llegó al hogar de los Bosch-Quidiello un vibrante Pedro Mir, con una bomba de versos en las manos. Se trataba de Hay un país en el mundo. Don Juan lo leyó de una sentada, y luego llamó a doña Carmen para expresar a viva voz: “Este es el poema de la revolución dominicana”. Inmediatamente, hizo la gestión para que la alcaldía de La Habana colaborara con su publicación. En el colofón del poemario, se lee: terminó de imprimirse el 5 de mayo de 1949.
Cuando Alejo Carpentier falleció, el 24 de abril de 1980, ambos asistieron a sus funerales en La Habana. Para llegar a su destino, casi le dieron la vuelta al mundo: tuvieron que viajar a París y de ahí a la capital cubana. ¡Cuánto diálogo de titanes tras la ruta! Aquello debió constituir una prueba para esa amistad templada en el acero de la sinceridad. (Dicen que las largas travesías son los mayores abonos para la amistad y la convivencia).
Uno y otro se veían con frecuencia. Eran habitués de tertulias literarias y culturales, especialmente las celebradas cada jueves en casa de Natasha Sánchez y los martes en el Hostal Nicolás de Ovando, con la conducción de Verónica Sención.
A ellos los unieron, los hermanaron, los ideales, la justicia, la moral, la ética, la poesía, la patria, la belleza, la soberanía, la causa de los desamparados, la lucha; en fin, los grandes valores y principios universales en favor de la transformación hacia una humanidad más justa, más solidaria. Los hermanó el amor y la defensa irrenunciable de su pueblo.
Una amistad entretejida de admiración y utopías compartidas. En una de sus últimas entrevistas, Don Pedro, lo evocó: “…aun en medio de su enfermedad se siente el perfume que exhala su alma”. Y Bosch, en agosto de 1983, hizo este señalamiento sobre el libro El huracán Neruda: “Si Neruda pudiera volver a la vida, sólo durante el tiempo indispensable para leer ese poema, reconocería en Pedro Mir lo que es: uno de los más altos poetas de la lengua española; y lo juzgaría por la calidad de su poesía…”.
Y así se reencontraron y anduvieron, con esa misma y mutua amistad, y sus sueños; en el mismo trayecto, en los caminos reales de la patria y el mundo.

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