¿Botaremos el voto votando por lo desconocido?

¿Botaremos el voto votando por lo desconocido?

Declaración a declaración nos hemos ido perdiendo. Van de un bla, bla, bla a otro, mostrando un triunfalismo indiscutible, sin decirnos lo que necesitamos saber. ¿Por qué temen ser cuestionados y decirnos qué nos ofrecen a cambio de nuestro tan preciado voto?
Dueños de una arrogancia mayúscula, el grueso de los candidatos del partido oficial ha decidido no ir a los debates ni someterse al cuestionamiento de los periodistas: ¿será que, tan confiados de su éxito arrollador, no quieren perder votos diciendo cosas fuera de lugar? Puede que se deba a eso. O tal vez, como fieles de la iglesia peledeistiana, entienden que deben seguir el ejemplo de su mentor, San Danilo, quien ama la propaganda pero no tolera que se le cuestione…
Es evidente que es una línea del partido: hasta los amantes del figureo se han quedado tres pasos detrás. Lo que duele de esto, ¿saben qué es? Que, a pesar de su actitud, a la gente le dé igual: ¿cómo es posible que usted vaya a votar sin saber por quién o por qué lo va a hacer? ¿No le parece que, al votar así, está botando su voto?
Esta campaña es tan patética que me tiene hastiada: mientras los políticos se la pasan hablando disparates, como si con ello nos entretuvieran, los electores nos quedamos esperando que nos hablen como las personas inteligentes que somos. ¡Queremos escuchar propuestas!
Por fortuna el silencio no es el arma de todos los candidatos. Los emergentes, por ejemplo, apuestan por hablar. ¡Ojalá que el electorado los tome en cuenta y no les dé la espalda! Ha llegado el momento de hacer una política distinta. Estamos cansados de que nos ignoren.

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