Río de Janeiro. La ciudad de Paracatu, en el estado brasileño de Minas Gerais, no salía de su conmoción este miércoles horas después de que un hombre armado asesinó a disparos a tres personas en una iglesia bautista inmediatamente después de haber matado a su exnovia a puñaladas en la casa de su madre.
El agresor, Rudson Aragao Guimaraes, según testimonios levantado por la policía exmilitar, de 39 años, se encuentra internado en el Hospital Municipal de la ciudad después de haber sido baleado por la Policía Militar (PM), que intervino en la iglesia.
Según confirmó a The Associated Press Flavio Santiago, vocero de la PM de Minas Gerais, el asesino se encuentra “estable” aunque no recuperó la conciencia. Las fuerzas de seguridad mantienen un cordón de seguridad en el hospital y esperan el alta de Guimaraes para conducirlo de inmediato a una dependencia de la policía.
Las tres víctimas de la iglesia, dos mujeres de 57 y 63 años y un hombre de 67, son velados desde anoche en la ciudad. En tanto, la familia de la exnovia del asesino despide el cuerpo de Heloísa Vieira Andrade, de 59 años, en las afueras de Paracatu.
El ataque se produjo la noche del martes en la iglesia Shalom del barrio Bela Vista de Paracatu, una ciudad de 80.000 habitantes. La iglesia albergaba una reunión privada de fieles en la que había alrededor de 20 personas al momento del ataque.
El comandante del batallón de la PM en Paracatu, Luiz Magalhaes, dijo a AP que Guimaraes llegó a la iglesia “desorientado” y diciendo “frases incoherentes” antes de abrir fuego con una pistola. El objetivo original del atacante era el pastor del templo, quien consiguió escapar por la parte trasera.
De acuerdo con testimonios de sobrevivientes a la policía, el atacante dijo que “había vuelto del infierno para cumplir una misión” y posteriormente les disparó a un señor y una señora.
La Policía Militar llegó a la iglesia tras escuchar los primeros disparos, informaron las autoridades. Una vez acorralado, Guimaraes sujetó a una tercera víctima y le disparó en la cabeza. Inmediatamente después, la policía le dio un balazo en el pecho al agresor, quien aún tenía seis municiones útiles disponibles.
El agresor frecuentaba la iglesia hasta que fue expulsado hace poco por “problemas de comportamiento”.
“Desconocemos si el atacante tenía permiso para portar armas, será objeto de investigación”, dijo Santiago.