Brasil reduce marcada presencia en Haití

Brasil reduce marcada presencia en Haití

PUERTO PRÍNCIPE. AFP. Brasil emprende este mes una reducción de su contingente militar en Haití, casi una década después de desembarcar en el país en 2004, al mando de la fuerza militar de la misión de paz de la ONU.  

A partir del 27 de marzo y hasta junio, Brasil mandará 460 militares a casa, poniendo fin al segundo batallón creado ante la emergencia del terremoto de 2010, informó el comandante del contingente brasileño, coronel Rogerio Rozas.  

La brasileña continuará siendo la más numerosa fuerza en Haití y el recorte es parte de una progresiva reducción de cascos azules, cuyo número se había incrementado tras el terremoto que en 2010 mató a 220.000 y dejó a 2,3 millones sin techo. Ya han salido Japón y Corea, que llegaron para la reconstrucción, y Argentina está retirando a 147 militares.  

La Misión de Estabilización para Haití (Minustah) fue creada por el Consejo de Seguridad de la ONU en 2004, tras la crisis que llevó a la salida del país del expresidente Jean Bertrand Aristide y desencadenó una desbordada violencia.  

El expresidente Luiz Inacio Lula da Silva (2003-2010), gran embajador de la diplomacia del Sur que buscaba proyectar a Brasil en la política mundial y un puesto permanente en el Consejo de Seguridad, había desplegado un importante contingente.  

Casi una década después, Haití «está estable y seguro» y el objetivo de la ONU antes de salir es transferir la seguridad a la policía y elecciones periódicas, dijo a la AFP el jefe de la fuerza militar de la ONU, general Fernando Goulart.  

En 2004, en cambio: «muchos barrios tuvieron que ser conquistados a tiros», explica Rozas.  

«Entonces, el pueblo haitiano no confiaba en esas tropas, no nos gustaba tener una presencia extranjera», dice Pierre Andregene, traductor para la ONU. Los haitianos los fueron aceptando porque enfrentaban altos niveles de violencia, añade.

Un golpe maestro de Lula fue llevar a Haití a los brasileños más conocidos del mundo: la selección de fútbol.   

El 18 de agosto de 2004, Haití paró para ver a Ronaldo, Ronaldinho Gaucho y Roberto Carlos, que ante multitudes recorrieron la capital sobre los blindados. El «Partido de la Paz», que Brasil ganó 6-0, sirvió para lanzar una campaña de desarme.  

Desde 2005, la fuerza militar amplió sus funciones con ingenieros que hacían obras civiles, como perforación de pozos, en este país de escasísimo acceso al agua potable y la electricidad. Tras el terremoto, se ampliaron esas funciones, con remoción de escombros, reconstrucción y atención humanitaria. Hoy, la compañía de ingenieros de Brasil dirige una fábrica de asfalto y Argentina un hospital.  

La presencia brasileña ha dejado huella y hoy es raro encontrar a un joven haitiano que no chapurree portugués. En una representación de música pagode ante familias pobres en una plaza de Puerto Príncipe, los niños se avalanzan sobre los micrófonos de los soldados: se saben al dedillo el popular «Ai se eu te pego».

«A los haitianos les gusta Brasil y eso ha facilitado el cumplimiento de la misión. El fútbol fue casi una tarjeta de visita», declara a la AFP el contralmirante Paulo Zuccaro.

Haití también ha tenido su impacto en Brasil: la experiencia contra la violencia urbana en Puerto Príncipe fue muy útil en la conquista de las favelas de Rio de Janeiro desde 2010.  

Brasil, que en esa década pasó a ser la sexta economía del mundo, atrajo un éxodo de haitianos tras el terremoto, que entraban ilegalmente por peligrosas rutas amazónicas.

Las colas frente al consulado en Puerto Príncipe son diarias y la presidenta Dilma Rousseff se comprometió en 2012 a garantizar 100 visas al mes.  

Haití sigue siendo el país más pobre de las Américas, donde 40% de la población vive en situación de inseguridad alimentaria.  

«Desde 2004 he visto una mejora en el fortalecimiento de las instituciones y la percepción de estabilidad. Eso denota un éxito de la Minustah. Los problemas económicos exigen más esfuerzo para ser superados, pero sin estabilidad e instituciones, eso no sucederá», explica el contralmirante Zuccaro, que participó del primer contingente en 2004 y ha regresado periódicamente, las últimas veces en 2010 y este mes.  

El contingente militar de la Minustah lo integran militares de Argentina (574), Bolivia (207), Brasil (1.910), Chile (509), Ecuador (67), Filipinas (159), Guatemala (138), Indonesia (168), Jordania (252), Nepal (362), Paraguay (162), Perú (371), Sri Lanka (861) y Uruguay (949).

 

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