Brasil, terreno fértil para los bancos comunitarios

Brasil, terreno fértil para los bancos comunitarios

Río de Janeiro. En Brasil surgieron en los últimos años 104 bancos comunitarios, diseñados para reactivar economías locales y facilitar un acceso alternativo a servicios financieros a ciudadanos de escasos recursos en un país donde 55 millones de personas continúan excluidas del sistema bancario.

El abanico de iniciativas de economía solidaria de Brasil es tan diverso como su cultura e incluye desde el Banco Comunitario Indígena Tremembé, en el estado de Ceará, hasta el amazónico Banco Tupinambá, en el estado de Pará, o el Banco dos Cocais, en Piauí, según datos de la Red Brasileña de Bancos Comunitarios.

El Banco Palmas, nacido hace 16 años, es el pionero en este tipo de iniciativas y el principal modelo de los nuevos bancos comunitarios que están surgiendo. “La pobreza no es una sentencia”, explicó a Efe Joaquim de Melo Neto, director de la Red Brasileña de Bancos Comunitarios y fundador del Banco Palmas, que nació en la ciudad de Fortaleza, al explicar los objetivos de la institución.

Fortaleza fue precisamente la misma en la que los líderes de los países del foro BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) crearon este martes un banco de desarrollo conjunto, alternativo al Banco Mundial, para financiar proyectos en países en desarrollo.

Actualmente el Palmas presta servicios financieros a más de 100.000 brasileños que no pueden acceder a los bancos comerciales y asesora a un centenar de bancos comunitarios de Brasil.

“No existe territorio pobre y sí territorio que se empobrece”, puntualiza Asier Ansorena, asesor de crédito del Banco Palmas. Según este joven economista, el Palmas otorga préstamos de entre 250 y 6.200 dólares, tanto en reales como en “palmas”, la moneda social de la comunidad ideada para fortalecer la economía local.

Cuanto mayor es el préstamo, mayor es el tipo de interés, al contrario que en los bancos comerciales. “La comunidad entiende que quien más pide es quien más puede pagar, y no al revés”, explica Ansorena.

El Banco Comunitario do Preventorio es una de los nuevos proyectos de economía solidaria que recibe ayuda del Banco Palmas. Esta institución lleva el nombre de la favela que lo vio nacer en 2011 en la ciudad de Niterói, vecina a Río de Janeiro.

El Preventorio funciona como sucursal de la Caixa Económica Federal, banco público brasileño, lo que por primera vez permite a los habitantes de la favela pagar facturas, abrir cuentas bancarias o pedir pequeños préstamos de entre 20 y 40 dólares sin intereses.

A sus 53 años, Mayara dos Santos explica que “se acabó lo de esperar de pie durante horas para pagar el recibo de la luz y el agua». Según esta costurera de la favela del Preventorio, ningún banco le permitía abrir una cuenta porque no tiene salario ni domicilio registrado a su nombre. Añade que la vida de los vecinos mejoró desde que tienen los prevês, la moneda social creada para fomentar el consumo en la favela.

“Nuestro trabajo tiene que fundarse en la confianza”, asegura Maria das Graças Nunes, presidenta del Banco do Preventorio y para quien la falta de apoyo del ayuntamiento dificulta sus planes para dar créditos mayores. “Este proyecto no solo ayuda a la economía del barrio, sino que fortalece los lazos de solidaridad y da vida a nuevas ideas, como nuestro primer periódico”, dijo.

En Maricá, una ciudad de 140.000 habitantes situada a 70 kilómetros de Río de Janeiro, circula desde enero la primera moneda social electrónica del país- el “mumbuca».

Luego de que una investigación revelara que 13.000 familias maricaenses vivían con menos de un salario mínimo (menos de 300 dólares al mes), el ayuntamiento se alió con el Banco Palmas y decidió promover esta moneda entre las familias con renta baja para “distribuir los beneficios del petróleo”, según Miguel de Moraes, secretario de Derechos Humanos del Ayuntamiento de Maricá.

Actualmente más de 10.000 vecinos en posesión de la tarjeta “mumbuca” reciben el equivalente a 40 dólares mensuales para adquirir bienes de primera necesidad en 120 comercios de la ciudad adscritos al programa. Según el ayuntamiento, el 70 % de los “mumbucas” se destina a alimentos de primera necesidad y el 20 % se emplea en farmacias. En Brasil hay 55 millones de personas excluidas del sistema bancario, es decir, el 41,9 % de la población mayor de 18 años, según el Instituto Brasileño de Geografía y Estadísticas.

El dinero que cada año circula por los bolsillos de esta parte de la población, casi la mitad de brasileños en edad laboral, es equiparable al PIB de naciones como Chile o Singapur. Además, el Banco Central de Brasil estima que 1.900 municipios del país todavía no disponen de una sucursal bancaria física.

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