Madrid.  EFE.  Bueno, pues ya se desvelaron las incógnitas: la muy británica revista “Restaurant Magazine” ha proclamado que el mejor restaurante del mundo ya no es el español “El Bulli”, de Ferran Adrià, sino el danés “Noma”, de René Redzepi. No parece que, fuera de los interesados, la noticia vaya a cambiar la vida de mucha gente.     Sencillamente, los jurados que elaboran esa lista de los cien mejores restaurantes del mundo han decidido que, tras cuatro años seguidos ocupando el primer puesto, la cocina de laboratorio ha sido desbancada por la cocina de huerto ecológico.

Es obvio que es más fácil tener a mano un huerto que un laboratorio, de modo que podríamos pensar que algo salimos ganando; pero la cocina de Redzepi es tan complicada como la de Adrià, aunque se vista de “naturalidad”. Y es igualmente difícil de apreciar por el ciudadano común, que, por otra parte, no es el “target” ni de uno ni de otro restaurante.

Los muy anglosajones jurados de estos premios San Pellegrino -una marca italiana de agua embotellada- han decidido, un año más, que la cocina latinoamericana no existe.

Sólo tres menciones en esa lista de cien restaurantes: el “D.O.M.”, del brasileño Alex Atala, en Sao Paulo; el “Biko”, restaurante vasco de Bruno Oteiza y Mikel Alonso, en México D.F., y, también en México Distrito Federal, el “Pujol”, de Enrique Olvera. Ocupan los puestos 18, 46 y 72.