¡Bravo, Francisco Toledo!

¡Bravo, Francisco Toledo!

VLADIMIR VELÁZQUEZ MATOS
En estos días en nuestro muy limitado ambiente cultural (porque no se puede tapar con un dedo las evidentes carencias con algunos eventos de relumbrón), tenemos un verdadero banquete visual gestado por un genuino talento de la creación plástica, quien nos revela con sus gráciles líneas y sabias combinaciones de color, los más recónditos universos de la imaginación en donde los mitos, la fantasía, la belleza y la poesía convergen hasta conformar esos espacios-ventana que descubren los elementos fundamentales, arquetípicos, comunes en todo gran arte producido en cualquier tiempo o latitud de este planeta. Un alquimista que ha alcanzado con la fragua de su talento y dedicación la piedra filosofar que es su «verdad-obra»: nos referimos al gran pintor mexicano Francisco Toledo.

El Museo de Arte Moderno (MAM) se engalana con una muestra de veras extraordinaria, como quizás hacía muchos años no se producía en nuestro país, tal vez si recordásemos aquella exposición magistral en la hoy -por desgracia- desaparecida para siempre Casa Rodrigo de Bastidas, de ese otro mexicano universal llamado Rufino Tamayo, hacia los finales de los años ochenta, tendríamos punto de comparación, en el cual ese mágico creador que según Octavio Paz, más que pintor era astrónomo-poeta, nos dejara un recuerdo indeleble de belleza y poesía, pero también de dramatismo, exhuberancia en el color e ingenio compositivo.

Y es lo mismo lo que sentimos con esta presente muestra de Francisco Toledo, el singular oaxaqueño que fue pupilo y hermano espiritual de Tamayo, en que este chamán de la pintura, más que mezclar pigmentos y tintas, pinta con sus efluvios ectoplasmáticos y esencias cósmicas para materializar sus visiones del origen del mundo, de las entidades primitivas e iniciáticas cuando las cosas aún no tenían nombre, cuando el primer hombre, fascinado en su conformación morfológica, sus movimientos, cantos y colores, quiso desentrañar los misterios de su edad existencial. La pintura de Toledo es una revelación de perplejidad y asombro de quien ve el mundo por primera vez, tanto como un curioso niño que, fascinado, contempla la misteriosa y perfecta conformación de la nervadura de una simple hoja.

En esta exposición que nadie se debe perder, bellamente montada y muy bien curada que se exhibe en la sala cerrada del primer piso de nuestro primer museo de arte, y la cual recomendamos a todo el mundo, muy especialmente a los estudiantes de arte, para que vean lo que es un creador serio que no le se encandilan los años ante las tendencias tan en boga y que pierden a tantos jóvenes artistas por el camino de la insustancialidad, se puede percibir lo que es una dedicación absoluta en pos de expresar emociones profundas como las que moldean a la espiritualidad humana, a la unión con el absoluto, la creación del ánima universal y eterna, integrando a nuestra experiencia cognitiva con los demás seres vivientes del cosmos.

Francisco Toledo es un creador aparte de lo que son actualmente los artistas ligados a los grandes circuitos galerísticos, y aunque él es uno de los más connotados maestros vivos de la actualidad, no es fácil acceder a él ni realizar exposiciones con su obra, pues lo de este artista más que la venta o todos los aspectos extra artísticos que engloban la actividad mercurial, es la creación constante y la divulgación de su cultura, sobre todo la de su pueblo Oaxaca, en donde él es su máximo promotor.

En sus pocas entrevistas concedidas a la prensa (ya que él es un hombre que vive absorto en el silencio y en la más cándida sencillez), sólo concede valor, cosa curiosa, más que a la obra terminada, al proceso, al hacer, a la experiencia de ver cómo nacen de sus ágiles trazos las criaturas totémicas, fálicas, y elementos de arcanos rituales hoy perdidos, pero que sólo la imaginación más febril e ilimitada, tal como lo es la de este demiurgo, le es posible manifestar en esas ventajas cósmicas hoy expuestas en nuestro primer museo.

No se pierdan, amables lectores, esta muestra antológica que hace un antes y un después en el ambiente artístico dominicano, y felicitaciones a la dirección del Museo de Arte Moderno que realmente está haciendo un trabajo de veras excelente con exhibiciones magistrales como la de este extraordinario genio del arte mundial.

¡Enhorabuena…!

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