Brea Franco y los efectos
políticos de la modernización

Brea Franco y los efectos<BR>políticos de la modernización

POR DIÓGENES CÉSPEDES
El filósofo concluye su artículo sobre los efectos que produce ese concepto de modernización empleado por los imperios: “El final del siglo XIX se despliega como la ‘era del imperialismo’, donde dominan pocos imperios que compiten entre sí por conquistar las tierras inexploradas y subyugar a los pueblos nativos.

[…] Domina la época, entonces, una pasión por la conquista territorial que se prolongó hasta la primera mitad del siglo XX, cuando acontece un cambio profundo: se establece como sistema internacional la vigencia de un juego de muerte basado en la recíproca vigilancia e intimidación de dos únicas megapotencias mundiales.” (p. 52)

No menciona aquí el doctor Brea Franco, talvez por obvio, lo que fue el resultado de ese juego mortal: Las dos grandes Guerras Mundiales y la culminación de la última con el lanzamiento de la bomba atómica en Hiroshima y Nagasaki que moldeó la lucha feroz del período de la guerra fría entre las dos megapotencias y cómo, en 1.989, cae con el muro de Berlín el combate entre ambas y entonces surge el mundo unipolar que conocemos en la actualidad. Pero dice nuestro filósofo: “La Tierra se ha transformado en un punto aglomerado en la era de la globalización y el mercado omnipresente. […] En esta modernidad ha perdido sentido el pensar sobre el propio suelo, sobre la propia tierra y las propias raíces; asistimos atenaceados en una angustia anónima y difusa que estalla en aburrimiento y en brotes de violencia ciega, en terrorismo.” (p. 53)

Ha debido decir “modernización” y no modernidad, pues de la modernización y sus implicaciones (imperialismo, guerras de conquista, etc.) ha discurrido coherentemente el discurso del doctor Brea Franco. Estoy por creer que esta mala pasada fue producto de nuestra ceguera en la corrección. Sea hasta una próxima edición, el entuerto.

El remedio para salir de esa situación lo suministra nuestro filósofo en el siguiente artículo titulado “El sentido”. Es en este texto donde se echan de ver las implicaciones que tuvo el no fundar, junto con los conceptos de modernidad y modernización, una teoría histórica del lenguaje y el signo. No existe un pensamiento acerca de la historia, de la filosofía, del discurso, del sujeto y del sentido mismo que no contenga una teoría del lenguaje.

El doctor Brea Franco se interna en una teoría del lenguaje y el signo, aunque implícita, al teorizar acerca del sentido. El tipo de discurso que propone contiene ese teoría, aunque no está enunciada, sino presupuesta. Dice nuestro filósofo: “¿Hay sentido? ¿Tiene sentido el ‘mundo’? ¿Tiene la existencia sentido? Tales preguntas son cuestiones mayores. Sobre tales asuntos reflexiona la filosofía, o mejor dicho, la metafísica, que ha sido la forma histórica que ha asumido la filosofía en Occidente.” (p. 53)

¿Y qué ha sido Occidente sino lo que el propio doctor Brea Franco acaba de mostrarnos en la gran pantalla de la modernización comenzada con las revoluciones del siglo XVIII (revolución francesa y salto al capitalismo mundial)?

Mucho me temo que la medicina no pertenezca, al menos en la parte que atinadamente define el doctor Brea Franco como uno de los objetos de estudio de la metafísica “al universo de los objetos” que se encuentran “más allá de los entes”. es

Se pregunta entonces, finalmente, el doctor Brea Franco: “Mas, ¿qué significa metafísica? Ésta se configura según un modo específico de indagar por el sentido, por lo significativo del mundo; asume que este no reside en el mundo, sino más allá del universo de los objetos; presume que la significación del mundo solo se encuentra más allá de los entes. Por esto busca [la metafísica, DC] el principio, el fundamento del mundo, postulando que su ‘esencia’ o ‘fundamento’ solo puede aparecer fuera, en una dimensión trascendente, que desde Platón y Aristóteles, se postula como divina.” (p. 53)

Creo que este es el tipo de medicina que la Antropología Cultural le propuso a los pueblos conquistados por las potencias imperiales y que los clérigos se encargaron de aplicar. Pero ese placebo no duró mucho tiempo y ya para finales de 1.950 y durante los decenios de 1.960 y 1.970 se produjo el movimiento de independencia y descolonización de todos aquellos pueblos conquistados y de los cuales nos habló el doctorBrea Franco cuando analizó los resultados de la modernización y sus efectos imperiales.

Sin embargo, a pesar de los resultados de la lucha independentista y anticolonialista, sigue el mismo efecto de dominación imperial de Europa y los Estados Unidos. Ya no les son indispensables las conquistas de territorios. La dominación se ejerce de otra manera. La modernización es el discurso y la ideología de esa dominación. A ese discurso y a esa ideología, se les suma la crisis del mundo y del sentido o la crisis del “hombre moderno”. La modernización le pide a este sujeto moderno que acepte la inevitabilidad de esa crisis y busque refugio y respuesta en los objetos, ideas o entes que están fuera de este mundo. Lo mismo que les pedían los colonialistas a los habitantes de los territorios conquistados en nombre de la civilización. Que soportaran su destino, que en el otro mundo tendrían su recompensa, es decir, el Paraíso al lado de Dios.

Eso mismo nos piden hoy los partidarios de la modernización, que no son otro asunto o materia que la globalización y el neoliberalismo. Pero sucede que el antídoto de la modernización es la modernidad, la cual es siempre crítica y en toda época aparecerá el tipo de intelectual crítico que le dirá a los imperios: conmigo no cuenten, yo conozco el monstruo y he vivido en sus entrañas. ¡Qué fácil es reconocer el ritmo de Martí, un pensador de la modernidad!

Respeto el discurso de la metafísica como alteridad, pero que no me pida que no sea crítico con la modernización, que me conforme, que aguante, que soporte estoicamente pues mi recompensa está en el cielo y la obtendré cuando me muera.  Entonces debo pensar que la modernización como antropología colonial y guerra de conquista de los más fuertes en contra de los débiles es una ideología de la sumisión, un castigo divino. Si es así, entonces Dios está con el progreso y la civilización. Lo cual no es asunto de poca monta. Y creo que ningún cristiano querrá asociarse a este punto de vista.Pero en este mundo concreto sabemos que no hay progreso ni atraso, sino especificidades históricas y culturales y que el progreso o el atraso no son más que vectores de una ideología y un mito fabricado para que los dominados acepten mansamente su dominación.

Incluso con la ausencia de una concepción histórica del lenguaje y el signo que le plantea un problema epistemológico, la obra del Dr. Brea Franco es un combate y una crítica en contra de la modernización entendida como guerra de conquista  de los pueblos débiles en nombre de la civilización y el progreso.

Por eso celebro su aparición.

Publicaciones Relacionadas