Contaba 14 años de edad y un sexto grado de primaria cuando empezó a convertirse en uno de los más visionarios, prósperos e influyentes hombres de negocios de la República. Su fortuna, sin embargo, la puso siempre al servicio de la Patria y la preeminencia de la democracia.
Desde un almacén de provisiones en el mercado de Villa Consuelo, se proyectó como vigoroso propietario de medios de comunicación y tanto las frecuencias de sus emisoras como las páginas de sus diarios se erigieron en voces contra la opresión y la injusticia. Hijo natural que escogió la vida independiente desde su niñez, albergó el ideal de una sociedad digna para los pobres.
José Antonio Brea Peña, reconocido con una calle de Santo Domingo, no solo es recordado como símbolo de las luchas por la libertad y la soberanía sino como osado mecenas de una sobresaliente generación de periodistas que encontraron espacio en sus medios de prensa para expresar sus protestas durante los 12 Años balaguerianos y en la Revolución de Abril de 1965.
La represión se extendió a políticos que disertaban en sus emisoras, como José Francisco Peña Gómez, víctima de dos atentados a la salida de Radio Comercial, la preferida del comerciante que, aunque fue tres veces ministro cuando Balaguer, no cobraba, no consumía gasolina del Estado ni usaba carro oficial. Además le renunció en dos ocasiones porque no aceptaba sobornos.
Del aguerrido revolucionario conversan sus hijos Andrés Julio (Rubén) y Ana Brea Gutiérrez y su nieto Emmanuel Cedeño Brea. Rubén estuvo estrechamente ligado al padre. Era el administrador de sus compañías y a la muerte del radiodifusor se convirtió en presidente de los negocios. Ana está más enterada de la historia de El Sol, que era dirigido por su esposo Víctor Livio Cedeño. También fue accionista de La Noticia.
Los nombres de periodistas vinculados a su padre acuden a sus narraciones: Yiyo Herasme, Radhamés Gómez Pepín, Juan Bolívar Díaz, Bonaparte Gautreaux Piñeyro, Eulalio Almonte Rubiera, Manuel Núñez Grassals, Marino Mendoza, Margarita Cordero, Melton Pineda…
Negocios con un Trujillo
José Antonio nació en Las Charcas, Azua, el uno de agosto de 1923, hijo de Eliseo Brea y Teresa Peña. Temprano se trasladó a San José de Ocoa y a los 13 años vino a la capital donde instaló su almacén “San Miguel” en la calle Eusebio Manzueta.
En 1959 adquirió Radio Comercial, debió pagar una comisión a un familiar del tirano para obtener el permiso de las frecuencias. Se llamaba HIT y solo colocaba música y noticias controladas. Estaba en la Padre Billini esquina Sánchez. Tras el ajusticiamiento, Brea Peña redimió las acciones. Luego de la destrujillización y a la llegada del Partido Revolucionario Dominicano entró en contacto con Ángel Miolán, Juan Bosch y Virgilio Mainardi Reyna e inmediatamente comenzó a transmitir Tribuna Democrática, iniciando una relación con esa organización que se prolongó hasta su muerte.
El éxito de su accionar atrajo a Balaguer, entonces exiliado en Nueva York, que le solicitó una hora semanal para enviar una alocución grabada.
“El momento político era importante y papá era quien manejaba la situación”, cuentan.
Pero el emprendedor negociante se diversificaba. Era promotor artístico y de eventos de entretenimiento. Fue el primero en traer a Mario Moreno, Cantinflas, y a luchadores como El Santo, Enfermero, Huracán Ramírez, Pulgarcito…
La política, empero, le apasionaba. La defensa de los sin voz era su meta. Al asumir Juan Bosch el poder lo nombró Ministro de Recuperación de los Bienes del Estado. “Era tarea difícil llegar a reclamarle a generales trujillistas, él aprovechó esa oportunidad para redistribuir las riquezas”, narran, reiterando “el compromiso con la Patria” de su antepasado, exponiendo su vida y su patrimonio.
“Era un inversionista de la transición y la democracia”, afirman, señalando que fue el único empresario, miembro prominente del Comité Ejecutivo del PRD y parte importante del apoyo económico a ese partido. Agregan que atrajo a otros colegas a seguir su ejemplo.
Trajo al PRD a Salvador Jorge Blanco, desde la UCN, y fue quien escogió a Antonio Guzmán como candidato a la presidencia, aseguran.
Las actuaciones del glorioso ancestro se suceden ininterrumpidas, sin ilación, en las añoranzas de sus descendientes, sobre todo de Rubén. Después Brea Peña adquirió el derecho de propiedad de transmisión y frecuencia de Radio Cristal.
En 1965, Brea Peña fue víctima de destrucción de sus emisoras y almacenes y su casa fue baleada varias veces. Caamaño lo tuvo entre los integrantes de su gobierno. “Lo tildaban de comunista”. Nunca se fue del país después de la Guerra ni buscó asilo político.
Medios de comunicación. La historia de la noticia y Noti-Tiempo fueron tan emblemáticos en Radio Comercial como Tribuna Democrática. El último se pasó siempre gratis. En los 12 años Balaguer retiró todos los comerciales del Estado y los empresarios eran amenazados si se anunciaban en los medios de Brea Peña. Los apagones golpeaban las transmisiones. 14 plantas emergentes explotaron, la emisora era constantemente militarizada.
Cuando se produjo la ruptura de Bosch con el PRD, este pidió una hora para sus transmisiones diarias y Brea Peña le respondió que seguía siendo perredeísta, lo que provocó su alejamiento. “Papá fue su amigo porque no seguía hombres sino ideales políticos”.
Estuvo a punto de convertirse en pionero de la televisión a color en el país pero a pesar de invertir en sofisticados equipos, no cumplió ese sueño. “Balaguer quería sacarlo del medio”. Perdió gran parte de la inversión.
Posteriormente fue propietario de El Sol y accionista de La Noticia. “Eso le daba la oportunidad de ser más influyente, aunque fuera deficitario”, explica Emmanuel.
Apoyó a Salvador Jorge Blanco como candidato a la presidencia pero tras el triunfo, este “cambió totalmente”, aseguran.
José Antonio estuvo casado con Ana Celeste Gutiérrez. Procrearon a José Miguel (fallecido), Alberto Antonio, Andrés Julio (Rubén), Mario, Amarilis, José Antonio y Ana.
Murió el 7 de junio de 1977, después de haber padecido seis infartos. Su único hobbie fue el trabajo y llevar a los hijos y a la esposa a Las charcas. “Nos incentivó a querer a nuestros familiares, a conocer sus raíces”.
“Vestía impecable, era amoroso pero al mismo tiempo duro, lo que es comprensible pues no tuvo adolescencia ni un padre a su lado. Nos legó su honestidad e integridad, la entrega al trabajo, el servicio a la Patria. Agradecemos a Dios por unos padres que llegaron a tener lo que quisieron y no fueron ostentosos”, exclaman.