Brecha nutricional

<p>Brecha nutricional</p>

Los niveles de desnutrición crónica y hambre en la población infantil divulgados por el Programa Mundial de Alimentos (PMA), de la Organización de las Naciones Unidas, descalifican las políticas sociales y de lucha contra la pobreza aplicadas por diferentes gobiernos en este país.

El hecho de que la tasa de desnutrición crónica infantil haya aumentado de un 6.1% en el año 2000 a 7.2% en el 2006 pone en claro que la lucha contra la pobreza no está mejorando las garantías vitales de la población infantil, entre las cuales está el derecho a una alimentación adecuada.

Y si se considera el hecho de que, según el PMA, está pasando hambre un 27% de la población, es decir, más de la cuarta parte, hay que llegar a la conclusión de que las autoridades nacionales tienen que reconsiderar las prioridades de sus campañas contra la pobreza.

Estos índices desgarradores ponen sobre el tapete una gran paradoja, pues los índices desgarradores de desnutrición crónica y hambre corresponden precisamente a la etapa en que el país se ha ufanado de exhibir cifras sorprendentes de crecimiento económico y ha entrado en un verdadero boom tecnológico en los campos de la producción y las telecomunicaciones.

¿Cómo explicar que la etapa de mayor crecimiento de la economía coincida con la etapa de índices más altos de desnutrición infantil crónica y de hambre en sentido general?

-II-

Si de algo deben servirnos estos indicadores puestos sobre el tapete por el PMA debe ser para hacer reflexionar a nuestras autoridades sobre la pobre calidad de sus políticas sociales, que ni siquiera garantizan el derecho a una alimentación adecuada que tienen los niños.

Estas cifras de hambre y desnutrición deben inspirar en los planificadores de las políticas sociales un cambio de actitud que se caracterice, fundamentalmente, por desterrar la politiquería y el proselitismo de las acciones dirigidas a realzar los derechos vitales de la población, como es el de la alimentación.

En el auge de la desnutrición infantil crónica y del hambre en más de una cuarta parte de la población hay un severo cuestionamiento a dos aspectos de las políticas económicas.

Por un lado, se pone en entredicho la calidad del crecimiento económico y su base de sustentación, que podría ser el empobrecimiento de una parte de la población.

Por otra parte, cuestiona la efectividad del medio comunicante que debe transferir una proporción del crecimiento económico, de la bonanza, hacia la base de la pirámide social, que está compuesta, fundamentalmente, por los más pobres.

Por lo pronto, modifiquemos el esquema de lucha contra la pobreza, orientándolo a crear fuentes de trabajo focalizadas hacia los padres de familias de corta edad y las madres solteras, con miras a mejorar las condiciones de alimentación y evitar que sigan aumentando los índices de desnutrición infantil crónica. Empecemos por ahí.

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