Brewster tronó y Medina ripostó

Brewster tronó y Medina ripostó

En una enternecedora entrevista para un importante medio televisivo de gran popularidad, el inefable embajador norteamericano, James Brewster, entre sus respuestas atacó al país y a su gobierno por ser una ruta franca del tránsito de drogas hacia Estados Unidos.
Pocos días después, en una inusual acción del presidente Medina, que rehúye a la prensa como el diablo a la cruz, aprovechó, en una presentación de credenciales de embajadores, para llamar a los periodistas y dar a conocer su disgusto de furibundo dominicanismo. Él dijo, en su rabiosa respuesta, que si el país era el tránsito de la droga para Estados Unidos, éste era una avenida de diez carriles para el consumo de drogas. Pidió al embajador que señalara algún caso específico de corrupción.
La repuesta a la petición presidencial llegó a los pocos días con la declaración de la empresa Embraer, tercer fabricante de aviones del mundo, que había sobornado a funcionarios y políticos dominicanos. Supuestamente fue un simple soborno de $3,5 millones de dólares, sin mencionar el sobre precio de los ocho aviones Tucano. La empresa brasileña acordó pagar una considerable multa al fisco norteamericano para poder continuar haciendo sus negocios de venta de aviones en Estados Unidos.
Lo interesante del “quille” del presidente Medina fue salirle al frente a la actitud de crítica al gobierno que el embajador Brewster sostiene con asidua frecuencia cuando le colocan un micrófono o una cámara al frente. Este embajador, alegre colaborador para las campañas triunfales de Obama, se desenvolvió como activista en el círculo de sus preferencias sexuales. Se vio premiado en el país que mejor conoce, y lo prefiere desde hace años. Además se ha labrado un círculo de amigos sinceros con los cuales compartía en Chicago y aquí.
Hubo de parte y parte fallos diplomáticos de gran repercusión. El embajador Brewster se le disparó el gatillo en la entrevista que le hiciera Alicia Ortega en su programa El Informe, que después de llorar por algún recuerdo de maltrato infantil, remató con su acusación por la permisibilidad del país para ser una ruta segura del tráfico de drogas hacia los Estados Unidos pese a los famosos Tucanos. Esa fue una crítica a la ineficacia de los Tucanos y sin mencionar que casi no vuelan por no tener suficiente combustible para los patrullajes.
El embajador Brewster se ha convertido en la prima donna del cuerpo diplomático. Él se cree con autoridad de violar los más elementales canales diplomáticos de presentación de quejas y preocupación por acontecimientos que afecten los intereses a los ciudadanos y gobierno norteamericanos. Y por la cotidianidad de las denuncias, la corrupción figura como el principal tema de crítica a un país donde todos estamos conscientes de nuestras debilidades institucionales.
La población norteamericana, legal o ilegal, exige una enorme cantidad de drogas para su consumo cotidiano. Ese es el gran atractivo de los narcotraficantes de todo el mundo para atender la gran demanda de los pulcros de Estados Unidos. Y es que por la demanda le arrancan de la mano las drogas a los traficantes y trapicheros de menor cuantía. Estos incluso tienen servicio a domicilio que hasta aquí lo imitan. Ellos se ubican en zonas determinadas en las grandes ciudades norteamericanas.
Circula desde el 2010 una novela del ficción del formidable escritor inglés Frederick Forsyth titulada “Cobra”. Tiene la trama de cómo el presidente norteamericano actual busca un experto en inteligencia para que le diseñe un plan para acabar con el consumo de drogas en su país. El desarrollo intenso de la novela es de tal naturaleza, que este best seller se lee de un tirón. Es muy cautivante por los eventos para desarticular el mercado de las drogas, desde la producción en las selvas sudamericanas y su traslado a los centros de consumo en Norteamérica.
El protagonista de la novela, el personaje Cobra, logra desarticular el abastecimiento de drogas a su principal mercado. Ante la escasez de drogas lo carteles mejicanos, europeos y centroamericanos se declaran la guerra, acusándose mutuamente del desabastecimiento y los enfrentamientos sangrientos entre las pandillas alarman a las poblaciones y al gobierno. Ante tales circunstancias el gobierno decide cancelar el proyecto y el jefe del principal cartel logra eliminar al ideólogo y ejecutor del proyecto.
Lo que existe son profundas raíces sociales que consolidan la demanda creciente de drogas en los Estados Unidos. El embajador Brewster no oculta su disgusto hacia el partido de gobierno del país y de sus funcionarios políticos. Él enarbola su ácida crítica de que el país es un puente franco para las drogas en rumbo a Estados Unidos.

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