Brillan las estrellas en la gran “Gala del Ballet Ruso”

Brillan las estrellas en la gran “Gala del Ballet Ruso”

La noche del viernes, disfrutamos en el Teatro Nacional de la “Gala de Estrellas del Ballet Ruso”, gracias al empresario artístico, César Suárez Pizano, quien durante muchos años nos ha dado la oportunidad de disfrutar de grandes espectáculos artísticos de diferentes géneros.

El arte de la danza fluye como torrente incontenible, cada movimiento está impregnado de belleza a la que cada bailarín incorpora su particular sentir y manera de exponer la plasticidad de las formas, envolviendo con su mágico movimiento al espectador. El programa consta de famosos “pas de deux” clásicos y románticos y algunos solos.

La noche de danza inicia con el paso a dos de “La Silfide”, ballet de August Bournonville, y música de Hernan S. Von Lovensk, interpretado por Anastasia Limenko, acompañada por Evgeny Konovalov. La bailarina es la pura imagen del romanticismo e ideal femenino. El estilismo técnico de este período es ejecutado por ambos con elegancia en cada figuración.

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Del romanticismo pasamos al exotismo sensual del ballet “Scherezade”, de Fokine, música de Rimski-Körsakov. El “pas de deux de Zobeida y el Esclavo, interpretado por Kenia Shevtsova, de sensual belleza y Vladimir Shklyarov, con excelente técnica y gran magnetismo escénico.

El breve y famoso corto coreográfico “La Muerte del Cisne” de Fokine, música de Camille Sain-Saëns, ajeno a todo virtuosismo, requiere de una técnica impecable.

La bailarina Anna Tikhomirova, es la figura frágil, perfecta en el acabado de cada posición, que se decanta en el movimiento de los brazos ondulantes, convertidos en grandes alas que se pliegan, en el espasmo desesperado de su final.

Del ballet “Las Llamas de París” de Vasili Vainonen, música de Boris Asfiev, inspirado en la Revolución Francesa, Anastasia Smirnova y Makar Mikhalkin, interpretan el “Pas de deux” del tercer acto, destacando ambos su gran virtuosismo preciosista.

De las llamas pasamos a la tranquilidad del lago, con el famoso “Pas de deux blanco” de “El Lago de los Cisnes” de Lev Ivanov, música de Tchaikovsky, convertido en una bella poesía lunar tardo-romántica, inquietante en su simbolismo psicológico e intensidad dramática, es interpretado por María Khoreva, de perfectas líneas clásicas, junto al estupendo bailarín Vladimir Shklyarov, logrando un perfecto acoplamiento, un momento exquisito.

La primera parte cerró con el gran “Pas de deux” de “La Bella Durmiente” de Petipa y Tchaikovsky; interpretado por la gran bailarina, Anna Tikhomirova y el bailarín Artën Ovcharenko, impresionando con sus elegantes saltos y giros y en la Coda con pasos espectaculares.

La segunda parte abrió con el Pas de deux del “Corsario”, ballet de Petipa, música de Adolphe Adam, gema purísima de la técnica académica, en la que los bailarines Anastasia Limenko y Evgeny Konovalov, muestran gran virtuosismo.

En una especie de paréntesis, nos llevan a un ambiente bucólico con “Russkaya”, de Tchaikovsky, coreografía de Goleizovsky, expresión de la cultura popular rusa; la bailarina Valeria Kuznetsova, es la fiel expresión de la personalidad y dignidad de la mujer.

Continúa el programa con el bellísimo “Pas de actión” de “La Bayadera” de Petipa y música de Ludwig Minkus, ambientado en la India. Los bailarines, Anastasia Smirnova y Makar Mikhalkin logran un momento espectacular.

A manera de corifeo, participan cuatro bailarinas dominicanas pertenecientes al Ballet Nacional y al Ballet Concierto. En el paso a dos del tercer acto, interpretado por María Khoreva y Evgeny Konovalov, justo en el momento de las variaciones surge un inconveniente, se apaga el sonido, aun así, los bailarines continúan bailando escuchando la música desde su memoria sensorial, una verdadera proeza.

De la India, llegamos a Verona, donde los amantes inspiran a Leonid Lavrovsky y Minkus, para su ballet “Romeo y Julieta”. La emotiva escena del Balcón une a los bailarines en un exquisito “pas de deux” lleno de poesía, en la que la atormentada Julieta, es interpretada con gran pasión por Anna Tikhomirova y Romeo por Artëm Ovcharenko, estupendo bailarín que no sólo acompaña, deslumbra con su maravilloso vuelo.

Llegamos a España, la figura del Ingenioso Hidalgo, motiva a Alexander Gorsky, para su ballet “Don Quijote”, música de Tchaikovsky. En el “Pas de Deux”, del tercer acto, los bailarines Ksenia Shevtsova con sus “fouette” y dobles “pirouette”, y Vladimir Shklyarov, con sus giros y cabriolas, alcanzan un momento espectacular.

Las escenografías consistían en imágenes alegóricas a cada ballet, proyectadas como telón de fondo. El espectáculo contó con la eficiente dirección artística de Mayumi Sakamoto.

El público aplaudió con entusiasmo cada ballet, además de premiar con efusivos ¡Bravo!, lo que llevó a una Coda, en la que participaron todos los bailarines. Definitivamente hablar de bailarines rusos, es hablar de excelencia.