Una Orquesta Sinfónica cohesionada y afinada en sus diferentes familias instrumentales, bajo la dirección vigorosa del maestro José Antonio Molina, tuvo como resultante un espléndido concierto titulado Gemas del corazón, a beneficio de la Fundación Heart Care Dominicana, en el que participó de manera estelar, la violinista dominicana Aisha Syed.
El concierto inicia con la Danza Bacanal, de la ópera Sansón y Dalila de Camille Saint Saëns, cuyos aires orientales, exóticos y sugerentes, nos envuelven en sutil ensoñación. La magia emana del sonido sensual del oboe, producido por Dejan Kulenovic y Benjamín Pérez, a los que se unen las flautas, y la orquesta toda.
El concierto No. 3 en Si menor, para violín y orquesta de Camille Saint Saëns, nos da la oportunidad de valorar a Aisha Syed joven violinista, cuya hermosa presencia a priori, encanta, y luego, a medida que aborda los diferentes movimientos, su interpretación directa, muestra brillantez en la técnica, sutileza y precisión en los detalles.
En el primer movimiento Allegro non troppo logra el contraste entre el vigor y el lirismo. En el segundo movimiento Aisha enternece y se crece en el tercero Molto moderato e maestoso allegro non troppo y en la Coda, punto culminante, efectista. El público la aplaude calurosamente y ella, nos brinda un encoré, el Preludio de la partita No.3 de Bach, en la que la joven pone de manifiesto nueva vez su talento y notable virtuosismo.
La segunda parte. Del concierto dedicada a la música dominicana, se convierte en un espacio de añoranzas.
La vibrante Obertura Yaya del compositor José Antonio Molina, da inicio, para continuar con el Bolero Sinfónico Y de Mario De Jesús. Evocación de Papa Molina, con los arreglos de su hijo, alcanza niveles insospechados. Ella de Luis Rivera, Dilema de Luis Rivera, y Amorosa de Salvador Sturla se convierten en poemas sinfónicos.
Nuestros aires folklóricos impregnan la sala con sus mágicos ritmos, Papa Bocó de Manuel Sánchez Acosta, y Caña Brava de Toño Abreu, cierran una noche singular, donde lo clásico y lo popular conviven en armonía, cada uno en su espacio, haciendo valer el postulado de que sólo existe la música buena y la mala, no importando el género. La versatilidad de José Antonio Molina se desborda en este concierto, dirigiendo lo popular y lo clásico, actuando además, como compositor y arreglista.