Brisas. En contra del aborto

Brisas. En contra del aborto

Habrán notado que esta columna se mantuvo ausente durante unas semanas; es que tomé unas vacaciones y quise hacerlas extensivas a todo; incluso tomó vacaciones mi salud, pero estoy optimista y sé que todo obra para bien.

Hoy quiero hablar de muchas cosas, como del cacareado tema del aborto; del día de los Derechos Humanos que es el 10 de diciembre y de la entrega del Premio Nobel a Mamala, esa niña paquistaní que con su lucha a favor de la educación de sus congéneres ha suscitado la simpatía mundial. Pero, por la actualidad que tiene, voy a exponer mi postura acerca del aborto.

Considero que lo que hace más urgente es implementar la educación sexual en las escuelas; pero una educación integral, donde se les dé a conocer a los niños con claridad las etapas de su desarrollo y por ende cuál es el tiempo adecuado para las relaciones sexuales y la procreación, desde todos los puntos de vista.

Como cristiana, estoy en contra del aborto y asumo plenamente la posición de la Iglesia Católica, que dicho sea de paso, se está tergiversando y se lleva una campaña sistemática haciendo creer que ella solamente defiende el derecho a vivir de la criatura.

Nada más falso, los católicos, inspirados, sobre todo, en el quinto Mandamiento que dice No matarás, en los Derechos Humanos que defienden el derecho a la vida, en nuestra Constitución y en los Derechos del Niño, entre otras prerrogativas, lucha porque se respete la vida de la madre y su hijo. Cuando hay riesgo, lo que se quiere es que los médicos pongan su capacidad profesional para salvar la vida de ambos; en ese intento podría ocurrir que uno de los dos muera, pero no se habrá escogido de antemano a nadie, porque los dos son iguales en derechos y dignidad.

Además, si a nosotros se nos concedió el derecho de nacer ¿con cuál derecho se los negamos a uno que no ha nacido solo porque sea producto de una violación o tenga algún defecto físico?.

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