La amistad engloba los dos sentimientos que enalteceremos el próximo sábado, pues es imposible amar y no ser amigo. Una palabra clave es la solidaridad; si no somos solidarios, ni amamos ni somos amigos.
En una oportunidad fui escogida para la sección “Mujer de éxito” de la revista “En Sociedad” y se me pidió un mensaje. En esa ocasión escribí: “Valoro la solidaridad como la expresión más hermosa y genuina del amor hacia los demás”.
Cuando alguien tiene esa actitud, el sentimiento de gratitud prevalece por encima de cualquiera otra cosa negativa. Por ejemplo, una joven empleada se marchó cuando descubrimos que tenía un grave defecto, y que incluso traspasaba los linderos de mi casa. Me dolió mucho porque, al margen de eso, ella tuvo gestos de solidaridad conmigo y los míos que jamás olvido.
Tengo siempre en la memoria aquella ocasión cuando iba a ser intervenida quirúrgicamente y Elsa Núñez se ofreció a cuidarme de noche cuando estuviera hospitalizada. ¿Y cómo no recordar aquella vez que Xiomarita armó un escándalo en la clínica donde estaba porque no me habían atendido, pues el médico es militar y estaba reclutado a causa de una huelga?; si ella no reclama de acuerdo a su estilo quizás mi condición se hubiera complicado más. Hace poco estuve interna en Puerto Rico y tan pronto una querida amiga se enteró me sorprendió enviando una buena cantidad de dólares por si no estaba preparada para enfrentar esa contingencia. No la identifico porque quizás a ella no le agrade.
Yolanda, de nacionalidad haitiana, hace algunas tareas en mi casa, y si está cuando no me siento bien se porta como una hermana. A Alma Vásquez la conquisté para que fuera a ver el grupo de danza hindú que se presentó en el Ministerio de Cultura en horas de la mañana. Al final tomó un taxi para ella y su madre y a mí me mandó a casa en el carro con su hermano.
¿Y Musseta, mi amiga farmacéutica? Si el medicamento es caro ella lo compra con su dinero, no le gana y, encima, yo se lo pago cuando puedo. Sí, valoro la solidaridad.