ROSA FRANCIA ESQUEA
rosafranciaesquea@gmail.com
No sé si todos no sentimos tan identificados con el terruño donde nacimos como yo lo estoy con El Pino, La Vega.

Por lo menos quisiera que los naturales de allí sí lo estuvieran, donde quiere que se encuentren, sea en esa misma comunidad, o en otra provincia del país o en Santo Domingo y el Distrito Nacional.

A todos quiero hacerles un llamado a unirse a la justa causa de la terminación del liceo Monseñor Juan Antonio Flores Santana, que desde septiembre de este año abrió sus puertas a la juventud, en un galpón, o  local provisional, aledaño a la iglesia Nuestra Señora de la Altagracia. El local que alojará este centro educativo se encuentra un poco avanzado, pero pendiente de empañete y de todos los detalles de terminación y equipamiento.

Se han invertido varios millones de pesos aportados por la comunidad, pero se necesitan muchos más. Hasta ahora la Secretaría de Estado de Educación no ha colaborado con esta iniciativa  al frente de la cual está el padre Tomás Alejo, las religiosas de la Santísima Trinidad y el Consejo Parroquial.

Ese centro permitirá, no solamente que los estudiantes que concluyen el nivel básico tengan acceso a un liceo secundario cerca, sino que será un factor de desarrollo y superación para esa zona.

Muchos jóvenes de El Pino se han ido en yola  a Puerto Rico, otros han caído en los vicios y en las relaciones sexuales tempranas, provocando muchos embarazos en jovencitas. Igualmente, la ausencia de un liceo ha provocado la deserción escolar porque muchos padres no tienen dinero para el pago de un transporte diario hacia La Vega.

Yo quiero convertirme en vocero de los que no residimos allí, pero que nos sentimos comprometidos con este poblado e invito a todo el que lea esta columna a contactarme a través de mi correo para que se una a este proyecto. Y si algunos de los que no nacieron allí pero que se sienten también identificados quieren hacerlo también ¡qué lo hagan!