No sé si llamarlo padre, porque ya no es sacerdote católico. ¿O sí lo es? El sacramento del orden sagrado imprime carácter y la persona siempre ostenta esa condición, hasta que muera. Entonces, padre Alberto.
Considero que él y la hermana Glenda son los personajes más populares que tiene la iglesia católica; él como comunicador y productor de televisión; la hermana Glenda por su hermosa voz y su inspiración para escribir canciones dedicadas al Señor.
Siempre admiré al padre Alberto por su coherencia en las verdades que predicaba. A decir verdad, nunca lo escuché hablar en contra del celibato sacerdotal, a pesar de que se ha dicho que siempre se manifestó en contra de esto.
Yo no soy quien para juzgarlo porque él es una persona humana y como tal tiene flaquezas, debilidades, como las tenemos todos.
Claro, debió cuidarse porque los escándalos lo perjudican a él, a su compañera y a toda la iglesia católica.
En cuanto a su decisión de abandonar la iglesia católica y adoptar la episcopal, considero que es libre de hacerlo; pero que no se trate de confundir en los medios de comunicación denominando iglesia anglicana católica, porque tal nombre no existe.
Espero que él case, viva una vida digna, sin escándalos y, como es su deseo, pueda dedicarse a las cosas del Señor.
Yo quiero insistir en que no se tome el caso del padre Alberto, ni alguno otro más que aparezca, para denigrar la Iglesia Católica, porque aunque haya algunos que, como se dice, metan la pata, soy millares lo que viven una vida de santidad y hacen mucho bien a la humanidad. Tampoco se tome el caso del padre Alberto para justificar el que los curas deban casarse porque ahí está el diaconado que exige que los hombres sean casados y pueden hacer una gran labor casi similar a la de los sacerdotes.