Me acabo de enterar del fallecimiento del profesor Francisco Pancorbo y Pancorbo, quien fuera el titular de la Oficina de Planificación Sectorial (OPLASE) de la Universidad Autónoma de Santo Domingo a la cual serví como secretaria durante varios años.

Además de docente de Psicología en la Primada de América, lo era también en la O & M.

Me causó gran impacto cuando leí la esquela mortuoria y sentí un gran dolor porque era una persona muy querida para mí, a pesar de que, después de mi jubilación, lo veía muy pocas veces.

Pancorbo era el jefe que todos desean tener, porque era una persona sumamente humana y siempre se ponía en el lugar del otro.

En mi caso particular, me trataba con mucha deferencia, incluso oía mi parecer para cualquier decisión que se fuera a tomar en la OPLASE, oficina de carácter eminentemente académico, y difícilmente éste no era tomado en cuenta.

Era sumamente comprensivo conmigo. Como yo laboraba en este diario en horas de tarde y noche, cuando me veía cara de cansada me despachaba temprano, algo que pocos jefes hacen, porque por lo general interpretan que otro empleo constituye una interferencia y hasta te piden que lo dejes. Pero yo apreciaba en lo que vale esa tolerancia y eso me motivaba a ser mejor empleada.

Me sentía tan a gusto con él que por no dejarlo desestimé posibilidades de promoción. Él también estaba muy compenetrado conmigo. Incluso, en algunas ocasiones, lo sustituí en su docencia en la Universidad O & M.

Los días de la secretaria nunca me regalaba, sino que celebraba todos los obsequios que me hacían los demás directores y me decía: “tú tienes el mejor regalo, que es mi cariño”.

Es sumamente triste pensar que nunca lo veré más y que no supiera a tiempo de su deceso para despedirlo. Solo me resta orar por el eterno descanso de su alma y expresarles mis condolencias a Briseida, su esposa, y a sus hijos Salvador, Patricia y María Eugenia.

¡Qué descanse en paz mi querido Pancorbo!