Por casualidad la tomé en mis manos;  debo decir que siempre adquiría este valioso auxiliar en  nuestra planificación diaria que, de paso, nos nutre con la palabra de Dios.

Aunque solamente presenta el Evangelio,  acompañado de una reflexión, cita las demás lecturas  y pone  pensamientos inspirados en ellas.

Pues abrí dicha agenda al azar en la página correspondiente al 5 de enero y el Evangelio  era  de Juan I, 43-51, donde Jesús dice a Felipe: “¡Sígueme!”. Pero a lo que quiero ir es la reflexión, que versa sobre el amor.

Comienza diciendo: “En la lectura se nos presenta una inquietante confrontación entre dos palabras: amor y vida, odio y muerte: Quien no ama no vive y quien odia llega hasta matar. Quien ama es capaz de llegar hasta a dar la vida por los que ama. El que no ama se cierra en su egoísmo estéril”.

 Y continúa hablando sobre las cualidades que acompañan  ese sentimiento para seguir a continuación con lo que es el odio.

Sobre el particular dice: “Todo lo contrario de la fatídica imagen de Caín. Su nombre en la lengua hebrea tiene que ver con los metales, con las armas. Porque eso es lo que hace con su odio: sembrar muerte, injusticia, dolor y lágrimas… Nos parece que la historia de Caín ya es muy vieja, pero resulta que es muy actual”.

Y sigue hablando de Caín: “Su imagen aparece agigantada en nuestras pantallas de cine, convertido en un ídolo de la fuerza bruta, llamado Rambo, armado hasta los dientes con artefactos cada vez más sofisticados y letales, parado victorioso sobre el cadáver del pobre Abel”.

A pesar de ser una agenda de hace 10 años, en ese texto se lee: “Pero más peligroso que Rambo es el Caín de corbata con cara de ejecutivo del Fondo Monetario Internacional o del Banco Mundial, o de tantas organizaciones transnacionales, que no matan disparando armas automáticas con mirillas electrónicas, sino a punta de intereses acumulables, deudas eternas impagables…: las armas del hambre, la ignorancia y la exclusión de millones de seres humanos”.  No tengo más nada que agregar.