Estoy haciendo esta columna hoy viernes, 24 de septiembre, festividad de Nuestra Señora de las Mercedes. Ya fui a la eucaristía y me viene a la mente el 24 de septiembre de 1970, cuando también fui temprano a la iglesia Sagrado Corazón de Jesús y el sacerdote, al comenzar la homilía, dijo a los fieles que habíamos empezado el día teñido de sangre, porque a escasas cuadras de allí había caído abatido Amín Abel Hasbún.
Yo estaba bastante joven pero lo había oído mencionar a través de los periódicos y sabía que era un destacado dirigente estudiantil de la UASD. De origen árabe, había estudiado en el colegio la Salle donde se graduó del bachillerato con honores. En la UASD, los dirigentes tenían fama de que no estudiaban, de que se pasaban el tiempo en la lucha estudiantil. Amín no era de esos, él se graduó de ingeniero civil Summa Cum Laude, un honor que solamente alumnos excepcionales logran porque para eso se requiere un promedio de 95 puntos en adelante.
Ya desde 1960 este joven participaba en la lucha clandestina y se sumó a las protestas que escenificaba el Movimiento 14 de Junio. Luego, se unió a la lucha estudiantil de la UASD y participó en las jornadas para la obtención de la autonomía y en la fundación del Frente Estudiantil Flavio Suero, FEFLAS; fue apresado en varias ocasiones y hasta expulsado de la academia estatal.
Su temprana muerte privó al país de un brillante profesional, y se sumó a la lista de jóvenes victimas de los llamados 12 años, entre los que figuraron Guido Gil, Maximiliano Gómez (El Moreno), Amaury Germán Aristy, Homero Hernández, Henry Segarra, Orlando Martínez y Sagrario Ercira Díaz, solo por citar algunos. Hoy, 40 años después, recuerdo a Amín y pienso que de su vida no haber sido tronchada fuera un líder de masas, inteligente, de esos que hacen tanta falta a nuestra Nación.
¡Qué descanses en paz Amín!