En nuestro país estamos conmemorando el centenario de uno de los hombres más prominentes que ha dado la historia: Juan Bosch, quien nació el 30 de junio de 1909 y murió el 1 de noviembre del 2001.

Juan Bosch fue un escritor, cuentista por excelencia, que es un patrimonio literario no sólo de nuestro país, sino del mundo.

Como político fue el fundador de dos partidos; el Revolucionario Dominicano, en el exilio; y el  de la Liberación Dominicana, por el cual fue candidato a la presidencia reiteradas veces. Por el primer partido fue presidente  por apenas siete meses.  Su gobierno, el primero elegido democráticamente después de la muerte de Trujillo, fue derrocado por un  golpe de Estado, que trajo como consecuencia la posterior Guerra de Abril y la segunda intervención estadounidense.

Bosch hizo grades aportes al sistema democrático y a las letras; está considerado como uno de los hombres más honestos del país. Para muchos es un  ejemplo. En estos días, observando la reparación, después de muchos meses, del puente que lleva su nombre, me vino a la mente que es paralelo a otro puente: el Juan Pablo Duarte.

Juan Pablo Duarte es el Padre de la Patria. La persona que puso al servicio de la causa de nuestro país sus conocimientos, sus ideas, sus bienes, su patriotismo y su vida.

A Duarte, al igual que a Bosch, no lo dejaron ser presidente de la República;  fue acusado de traidor y murió, finalmente, en el exilio.

Fue una persona que nunca pasó factura por sus aportes a la Nación y, al igual igual que Juan Bosch, sólo le interesó el bienstar de los dominicanos.

Pienso que  además de dos puentes físicos, hay que construir entre ellos dos puentes paralelos de ideas, de patriotismo, de decencia, de seriedad y de servicio a la Patria. Qué  ambos nos sirvan de ejemplo a los dominicanos.