Brisas
Controversias con las salas de tareas

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Una amiga y compañera de trabajo me pidió que abordara el tema de las salas de tareas en un trabajo periodístico.

Ella está preocupada porque en el colegio donde estudia su hijita no quieren que los estudiantes asistan a las salas de tareas, bajo el argumento de que esa ayuda no es beneficiosa.

Pero mi amiga trabaja todo el día y cuando llega a la casa quiere descansar y piensa que si ya la niña ha hecho sus tareas y sólo tiene que chequearla ligeramente, se siente más tranquila.

Hoy en día, que las mujeres trabajan casi igual que los hombres, las salas de tareas constituyen un paliativo, pues son  ellas quienes más se preocupan por todo lo que tiene que ver con los estudios de los muchachos. Los hombres les dan prioridad a los asuntos económicos.

En un artículo de un número pasado de la revista Tinmarín, de la que soy editora, la educadora Margarita Luciano se refería a las salas de tareas y señalaba cuáles son las condiciones que deben reunir, como la de tener un  personal calificado, estar dotadas de biblioteca  y de otros  recursos pedagógicos y servir como canal para orientar a los niños, pero sin quitarle  la responsabilidad que les corresponde a ellos.

Decía  que tan pronto los niños están en capacidad de trabajar solos no se debían enviar a estos centros.

Yo particularmente estoy de acuerdo con ella y no me explico por qué en algunas escuelas, como decimos en el argot popular, se las quieren poner en chino a los padres.

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