ROSA FRANCIA ESQUEA
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El pasado 24 del mes pasado conmemoramos el 43º aniversario de la Guerra de Abril, que inició en 1965, cuando un grupo de dominicanos, enarbolando la bandera de la vuelta a la constitucionalidad, tomaron las armas en pos del retorno al poder del profesor Juan Bosch, el primer presidente elegido democráticamente después de la caída del régimen de Trujillo, depuesto por un golpe de Estado.
Lo que en principio fue un movimiento cívico, tomó otro rumbo cuando, el 28 del mismo mes, miles de marines de Estados Unidos desembarcaron en nuestro territorio por órdenes del entonces presidente Lyndon B. Johnson.
Los dominicanos y las dominicanas debemos aprender las lecciones que nos dejaron ambos acontecimientos y, sobre todo, el golpe de Estado a un gobierno legítimo.
Porque la guerra civil sólo dejó como resultado miles de muertos entre hermanos de una misma nación y una secuela de profundas heridas que todavía, aun con el paso de los años, no han cicatrizado completamente en el corazón de los dominicanos y la dominicanas.
Esa contienda bélica fue el pretexto para que se produj era la segunda ocupación de esa nación norteamericana a nuestro país. Ya la primera había ocurrido en el año 1916.
Y las lecciones que nos dejó son, en tre otras, que debemos respetar las decisiones del pueblo cuando elige a un gobernante; bajo ninguna circunstancia se debe tronchar su período constitucional, porque eso lo que trae como resultado es un retroceso en nuestra democracia, división de la familia dominicana, muerte y destrucción.
y, como una reflexión final, que a pesar de todos esos acontecimientos dolorosos no pudo concretarse el objetivo inicial, porque el profesor Juan Bosch no fue restituido como Presidente de la República Dominicana.