Brisas
El aborto al rojo vivo

<STRONG>Brisas<BR></STRONG>El aborto al rojo vivo

ROSA FRANCIA ESQUEA
rosafranciaesquea@gmail.com
En las últimas semanas se han encendido los debates en torno al aborto, a raíz de que el Congreso Nacional retomara el proyecto de ley que despenaliza esa acción en determinadas circunstancias.

Mientras, por un lado, la Iglesia Católica mantiene su firmeza en cuanto a que la interrupción voluntaria del embarazo es una acción criminal, otros sectores, como representantes de algunas ONG, el Colegio Médico Dominicano y algunos legisladores favorecen que sea permitido en casos de violación, incesto, malformación de la criatura o que la vida de la madre esté en peligro.

Incluso, pienso, que el tema está siendo usado con sentido populista cuando algunos dirigentes políticos intentan llevar el asunto hasta el Vaticano, como si allí se desconociera todo lo que cuece con relación a este asunto.

La preservación de la vida de la madre es uno de los argumentos esgrimidos por los que defienden el aborto, incluso, se insinúa que a la Iglesia Católica esto no le importa: nada más lejos de la realidad. A la Iglesia Católica le importan por igual ambas vidas, porque las dos tienen el mismo valor para Dios y si hace tanto énfasis en la vida de la criatura es porque se trata de un ser indefenso.

Por eso la recomendación es que cuando haya peligro de muerte  la misión es luchar por salvar a la vida de los dos, aunque se pueda suponer que en ese intento pueda morir uno de ellos. Lo que no está permitido es escoger de antemano quién debe morir y sacrificarlo previamente sin hacer el esfuerzo de salvarlo.   Y ¡cuántas veces en ese intento no se salvan ambas vidas!

Creo que se dicen muchos disparates con respecto a la Iglesia Católica, como, por ejemplo, que no está de acuerdo con el control de la natalidad. En una revista de otra confesión acabo de leer un artículo donde se señala que para la Iglesia la única finalidad del matrimonio es la procreación, porque el disfrute sexual por sí solo es pecaminoso. Lo pecaminoso para nuestra  Iglesia son las  relaciones sexuales al margen del matrimonio.

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