Soy lo suficiente abierta para pensar que Dios se vale de muchos canales para darnos mensajes de amor y orientación.

 En los últimos tiempos hemos tenido a personajes católicos como  la Madre Teresa y  Juan Pablo II que han sido verdaderos apóstoles. Pero también hay otros personajes como Mahatma Gandhi y  Martin Luther King que han sido abanderados de paz. Otro que comencé a escuchar cuando estaba muy jovencita fue a Pablo Edwin Finkenbinder, por La Voz del Trópico  con el segmento “Un mensaje a la  conciencia en la voz del hermano Pablo”.

Tal y como su nombre lo expresa, se trataba de orientaciones con el propósito de que sirvieran de acicate para llevar una vida cristiana y de que las personas actuaran correctamente. En la mayoría de los casos se partía de una anécdota o hecho real y de ahí se hacía la prédica que siempre la califiqué de muy aleccionadora.

Por muchos años se mantuvo ese especio  al que luego se le abrevió el nombre por “Un mensaje a  la conciencia” y se redujo su tiempo de 15 a 4 minutos.  Últimamente se difunde   por algunas emisora cristianas no católicas. Era natural de Puerto Rico aunque se radicó en California desde donde difundía sus mensajes a gran parte del mundo.

El pasado viernes llegó la noticia de su fallecimiento; contaba con 91 años de edad y justo dos días antes había estado celebrando el 70 aniversario de bodas con su esposa Linda y esa misma tarde hubo de ser hospitalizado a causa de una hemorragia cerebral de la que no se recuperó.

Su sucesor Carlos Rey,  el  Hermano Pablo advirtió hace muchos años que un día la noticia se correría acerca de su muerte y aclaró que cuando eso sucediera, no deberían creerlo, porque, “no es que alguien haya mentido”, sino que  se habrá trasladado a una vida superior.