Hoy es el último domingo de adviento, día en que se enciende la luz blanca de la corona que ha estado presente en los templos durante las cuatro semanas que dura este tiempo con el que inicia un año litúrgico.
Es de color blanco este cirio que significa a Jesucristo, que se hizo hombre para ser la luz del mundo y que nace el 25 de diciembre.
Estamos a unos pocos días para esta celebración tan especial para los que nos llamamos cristianos.
Decir Navidad significa hablar de renovación espiritual y por eso nos hemos preparado durante todo este tiempo.
Aunque la temporada previa a la Navidad ha estado un poco fría en cuanto al ambiente festivo se refiere, esperamos que no haya sucedido así en lo espiritual.
Es necesario sentir que en realidad Jesús nace de nuevo en nuestros corazones. Que la cercanía de su nacimiento provoca en nosotros el deseo de ser mejores, de darnos más a los demás, siendo más solidarios.
Que se sienta la unión familiar tan necesaria en estos tiempos de crisis de valores. Sólo ella puede hacer que se produzca un cambio de mentalidad en los seres humanos e impedir que sigamos transitando por el camino que nos está llevando a la destrucción de unos con otros.
Que retomemos el amor a la naturaleza y detengamos esa vorágine de catástrofes que se ciernen sobre la humanidad por el mal uso que damos a los recursos.
Que el espíritu de la Navidad sirva para amarnos más, a nosotros mismos y a nuestros semejantes.
Encendamos hoy la cuarta vela, y alegrémonos con el nacimiento de Jesús que se produce en la presente semana, y que este acontecimiento sea un renacer en nosotros.
Felices Pascuas de Navidad mis amigos lectores.