Cuando digo que la vida es una sucesión de penas y alegrías, de momentos gratos y de momentos difíciles, no estoy diciendo nada nuevo.

Los dominicanos nos hemos acostumbrados a las malas noticias como son  las relacionadas con  violencia, drogas, bajo poder adquisitivo de la moneda, desempleo, subida de precios de los libros de texto, y tarifas de los colegios, epidemias y otras.

Específicamente, en los últimos días hemos tenido algunas muertes que nos han causado gran pesar, como la del compañero del periódico El Nacional José Miguel Montero quien, de manera sorpresiva, se nos fue; asimismo, vimos partir a esa gloria del teatro que fue Rafael Villalona y todavía nos esperaba el fallecimiento del veterano comunicador  don Francisco Comarazamy, que aunque ya tenía más de un siglo se mantenía activo y constituía un  ejemplo para todos.

Pero en medio de esas tristes noticias, el pasado lunes fue un día de alegría por el triunfo de Félix Sánchez y de Luguelín Santos. El primero ganó medalla de oro en los 400 metros con vallas y el segundo, plata, en  los 400 metros planos. Los dominicanos vivimos con gran intensidad estos  triunfos que nos hablan de disciplina, de entrega y de amor por el país.

En  el caso específico de Sánchez, oí decir que es la persona de más edad en ganar una competencia olímpica de esa naturaleza, de ser cierto, eso es un orgullo más. Luguelín es apenas un joven de 18 años y de continuar así tiene un futuro prometedor en las disciplinas olímpicas.

Además, el Gobierno prometió la entrega de compensaciones económicas a quienes trajeran medallas y no tenemos razones para dudar de que cumplirá su promesa.

¡Qué viva el deporte!