Brisas
Esos curas pedófilos…

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La conducta inadecuada de algunos sacerdotes, en algunos casos de pedofilia,   ha provocado un escándalo en torno la Iglesia Católica en todo el mundo.

Como periodista me consta que, en términos generales,  noticia es lo que se sale de lo cotidiano. Por lo tanto,  no provocará ninguna reacción a los millares de religiosos y religiosas que cumplen a cabalidad los votos de pobreza, obediencia y castidad.

Tampoco,  los millares de monjitas que no duermen de noche en los lechos de los enfermos, la mayoría sin familiares y en estado terminal.

Mucho menos los que se dedican  al cuidado de niños, niñas, adolescentes y jóvenes, brindándoles protección y orientación para alejarlos de los vicios y para tengan una vida digna. Jamás será cuantificado  el número de delincuentes que se ha evitado la sociedad como fruto de esa consagración.

No es noticia tampoco que  miles de sacerdotes han  dejado su familia y su patria para ir a las misiones a trabajar en  países muy pobres, donde realizan una labor pastoral encomiable.

Satanás  está infiltrado en las órdenes religiosas, como lo hace también en las demás instituciones donde  hay abuso de menores, corrupción y otras lacras que observamos en organismos estatales, en grupos de profesionales y en la propia  justicia.  Incluso algunos ingresan a esas instituciones  ya degenerados con el expreso deseo de hacerles daño. ¿Y qué me dicen de los papás  que cometen todo tipo de abuso con sus hijos?

Alguien decía que si en Estados  Unidos  hay 200 curas pedófilos,  hay millares y millares que están llevando una vida santa, trabajando para expandir el reino de Dios en la tierra. La Iglesia  debe  poner correctivos en los casos que sean necesarios. Su norte debe ser la transparencia con ella misma que exigen otras instancias. Pero nosotros debemos tener una mirada amplia para ver lo malo y lo bueno, ponerlos en una balanza y ver de qué lado se inclina.

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