Este año ha sido de pérdidas para el país, pues han fallecido cuatro grandes pilares del arte, el folklore, la literatura y periodismo. Cuando todavía estábamos sobrecogidos por reciente el fallecimiento de Freddy Beras Goico, a principios de marzo tuvimos la partida, casi simultánea, de María Ugarte y de Cándido Bidó.
La primera, oriunda de España, llegó al país en el año 1940, pero era tan dominicana como la que más. Realizó una extraordinaria labor en los campos de la investigación y difusión cultural que abarcó la historia, la arquitectura, la literatura, las artes visuales y el periodismo. A mí me correspondió el honor de trabajar su perfil para el libro de la Medalla al Mérito de la Mujer, período 2001-2004 pues ella fue condecorada con la Orden del Mérito de Duarte, Sánchez y Mella.
Cándido Bidó fue un maestro de la plástica que supo imponer su estilo caracterizado por la presencia de lunas y palomas, así como los tonos azules y otros colores intensos.
Una de sus últimas obras fue el violín que pintó para la exposición La lluvia antillana, a beneficio de la Fundación Goiena. Recuerdo que ese cuadro gustó mucho al público y fue el primero en ser vendido entre alrededor de una veintena de diferentes artistas que componían esa colección.
Pero quizás el mejor regalo fue el Centro que lleva su nombre en Bonao, su pueblo natal, donde decenas de jóvenes tuvieron la oportunidad de tener acceso al aprendizaje de las bellas artes.
Y como parece que la partida es en pareja, el pasado fin de semana nos dejan Alberto Ulloa y Nereyda Rodríguez. El primero, nacido en Altamira, Puerto Plata, como pintor, escultor y escritor hizo numerosos aportes al país y por la calidad de su trabajo artístico obtuvo numerosos premios, tanto aquí como en el extranjero.
Nereyda Rodríguez fue la fundadora del Teatro Popular Danzante y toda su vida estuvo ligada al folklore. En su academia acogió a niños y jóvenes de los barrios con aptitudes para la danza y la música, y que al tiempo que los formó los ayudó a no caer en los vicios. Los dominicanos inclinamos la cabeza en señal de duelo por la muerte de estos grandes cultores del arte y la cultura.