POR ROSA FRANCIA ESQUEA
El pasado día primero inició el largo período de la temporada de huracanes que se extiende por seis meses y que promete ser muy activa este año.

Las perspectivas no son muy halagüeñas ya que desde finales de mayo nuestro país ha  sido abatido por abundantes lluvias que han provocado muertes, inundaciones y damnificados.

Además, recordamos que en los últimos años han ocurrido tormentas extemporáneas.

En República Dominicana ni siquiera es necesario que se produzcan huracanes de gran intensidad, sino que basta que llueva un poco  para que lamentemos pérdidas de vidas,  personas sin hogar, grandes daños a la agricultura, destrucción de puentes, inundaciones por doquier, dificultades para transitar por la ciudad, escasez de agua y otros graves problemas. 

Debemos tomar medidas de precaución, como son podas de árboles; evitar el acumulamiento de basura en las calles que son las que tapan los sistemas de desagües;  hacer reparaciones en las casas y preparar un plan de emergencia para ponerlo en marcha si es necesario.

Además,  tenemos que estar alertas  a las noticias y orientaciones de los organismos competentes y si se presenta el caso de tener que adoptar alguna medida  que nos extrema, hacerlo sin oponer resistencia si con eso salvamos nuestra vida.

Las autoridades, de su lado, no deben esperar que se presente una amenaza de tormenta o huracán para dirigir su acción hacia las personas que viven en zonas vulnerables, como las aledañas a los ríos y lugares proclives a derrumbes.

Todas y todos estamos llamados a poner nuestro granito de arena para reducir al máximo los daños que puedan traernos la temporada de huracanes.