Brisas
La violencia de género

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Cada día los periódicos y noticiarios traen informaciones acerca de asesinatos de mujeres por sus parejas, sean esposos, concubinos, novios o ex en cualquiera de esas categorías.

 Cuando fue aprobada la ley 24-97 sobre violencia doméstica se tenía la esperanza de que ese instrumento jurídico iba a contribuir con el mejoramiento de las relaciones en el hogar, porque incluso ponía sobre el tapete una serie de situaciones a ser denunciadas y penadas que no se consideraban delitos. Tal es el caso del acoso sexual y la violación entre parejas que antes se quedaban en la intimidad familiar.

 Hay que admitir que ahora hay más  casos de denuncias, sobre todo de la mujer, pero aun sigue existiendo muchas reservas porque ella teme que eso conlleve más agresión. También hay patrones violentos de conducta que han caracterizado el quehacer masculino y que la mujer acepta como parte de una cultura establecida.

 A eso se agrega la gran dependencia del hombre que tiene la mujer, pues por temor a la precariedad económica no denuncia a su pareja ni se atreve a dejarla en caso de maltrato. Es muy común que el hombre que se divorcia de su mujer también lo hace de los hijos. Por eso no los atiende.

 Y algo que me inquieta es que si las mismas informaciones que salen publicadas no estarán, de alguna manera,  influyendo  para que otros hombres hagan lo mismo. Y con esto no estoy abogando para que se silencien los casos.

 Se requiere una campaña de educación y de reeducación pero  es necesario algo más porque hay que poner en manos de la mujer instrumentos que le garanticen su supervivencia en los casos de que tenga que enfrentar la vida sin su pareja o el padre de sus hijos.

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