ROSA FRANCIA ESQUEA
En Radio Juventud Don Bosco están pasando una cuña que pone al desnudo las diversas modalidades del trabajo infantil en el mundo. Quizás muchos de nosotros no nos imaginábamos cómo es la explotación laboral de esa población.
Pero así es: el asunto va mucho más allá de menores vendiendo en las calles, limpiando vidrios a vehículos, lustrando zapatos, o sirviendo en casas de familias actividades que caen, diríamos, dentro de las formas del mercado informal laboral.
Porque hay niños y niñas que trabajan en fábricas realizando labores propias de adultos; pero, además, otros son explotados sexualmente sobre todo en los países del Caribe, de acuerdo a la cuña, auspiciada por una colación de organizaciones, se ofertan niños y niñas vírgenes para atraer el turismo.
Esa situación, incluso, figura en un informe de la Secretaría Regional de las Naciones Unidas que analiza las situaciones de violencia contra niños, niñas y adolescentes, y que fue publicada en la revista de la UNICEF La niñez es noticia.
En uno de sus acápites, el documento se refiere a la explotación sexual comercial de esa población y cita como causas la falta de afecto, las debilidades culturales y la extrema pobreza. Creo que debería ahondar más y mencionar también a los degenerados que se aprovechan de esas condiciones y prostituyen a los niños y niñas.
Nuestro país no escapa a esa realidad. Hay una gran cantidad de niños en las calles, muchos son forzados a la prostitución y otros son insertados en el mercado de la droga.
Lo único que alienta es que últimamente hay cierta vigilancia de organismos internacionales, de instituciones y se han aprobado leyes, aunque su aplicación sea tímida.
Ojalá que hagamos más conciencia de que la mayor responsabilidad de los niños y niñas es con la escuela, y no la calle en actividades laborales o delincuenciales, como sucede en muchas ocasiones. Todos tenemos un compromiso con el futuro de los niños.