Concluí la lectura del libro Vivas en su jardín, valioso testimonio de la hermana Mirabal sobreviviente: Bélgica Adela, a quien cariñosamente se le llama Doña Dedé.
Es una narración refrescante que, aunque narra pormenorizadamente la parte patriótica y heroica, hace hincapié en el aspecto humano de Patria, Minerva, María Teresa, la propia Dedé, sus padres, esposos e hijos y de ese modo redescubrimos que fueron seres de carne y hueso, con sus cualidades y reacciones naturales ante cualquier circunstancia.
Por ejemplo, cuando habla de Minerva refiere que ella siempre tenía las uñas bien cuidadas y le encantaba dejarse crecer las uñas. Un día viene y me las muestras muy oronda: Mira, Dedé, qué lindas están mis uñas. Y yo, que siempre tenía las mías como cabitos de tanto trabajar en el jardín, le hice ¡ñas!, le rompí una y me eché a correr. Me cayó atrás y cuando me alcanzó me acabó a arañazos. De esa misma hermana comenta su reacción cuando se enteró de Manolo Tavárez, el esposo, tuvo un embullito con una joven estando ella embarazada de Manolito. Le llegó hasta a hablar del divorcio y esa situación le trajo una hemorragia durante el parto.
Algo de lo que se ha abundado poco es el de las cinco hijas y un hijo fuera del matrimonio que tuvo don Enrique, el padre de ellas. Dedé lo menciona e incluso dice los nombres.
Queda claro que fue Minerva la de mayor liderazgo; también se hace referencia a la protección especial desplegada por Dedé hacia María Teresa y que la tragedia alcanzó a Patria por el empeño de ella en acompañar a las otras hermanas, puesto que su esposo no estaba preso en Puerto Plata.
No puedo evitar que algo dentro de mí se rebele cuando pienso que Patria pudo no haber ido expresa Dedé. Es posible que continúe hablando de otros aspectos que han llamado mi atención en este libro.