Noté con mucha satisfacción que este año, en la Feria internacional del Libro, fueron homenajeados cuatro  autores de libros infantiles con la designación de calles con sus nombres.

Fueron ellos Aída Bonelly de Díaz, Miguel Phipps, César Sánchez Beras y Dinorah Coronado. Los dos últimos  de ellos, actualmente, están radicados fuera del país.

Me perece muy bien  que se empiece a reconocer el trabajo que hacen los escritores  y espero que se continúe porque eso representa un  estímulo para que se siga trabajando en un área que todavía está tan marginada. Incluso, hay quienes piensan que los que escriben para niños no son escritores de verdad.

Me voy a atrever a sugerir algunas personas a ser tomadas en cuenta en los años venideros: Margarita Vallejo, Zoraida Heredia viuda Suncar, Lucía Amelia Cabral, Brunilda Contreras, Mary Collins, Margarita Luciano, Emelda Ramos, Jenny Montero  y Rafael Peralta Romero.

También hay otros autores muy buenos, como Aidita Selman, Leybi Ng, Dulce Elvira de los Santos y Eleanor Grimaldi. Sé que esta última, por pertenecer al Ministerio de Cultura y que incluso está en la comisión que elige a los autores, es muy difícil que sea incluida, pero en honor a la verdad es una de nuestras escritoras infantiles más consagradas.

Y, si se quiere algún homenaje póstumo, a Sara de Morera (la abuela de Sarah Hermann), a quien  conocí cuando quise editar una revista infantil, Travesuras, y me mostró parte de su obra, incluso conservo algunos manuscritos muy tiernos de ella.

Otra cosa, creo que los escritores que escriben para niños deberían unirse en algún movimiento o grupo, para que no se pierda la unidad  y  no se disperse el trabajo que se hace. Yo, que estoy haciendo mis pininos, me atrevería a incorporarme a ese movimiento para aprender y crecer más.