Hace justo ocho años que nos unimos a la colega Miguelina Santos y a su esposo Domingo Mieses, ante la amenaza que se cernía sobre su hija María Michelle, a quien se le diagnosticó leucemia.
Fueron días de intenso batallar, porque la niña hizo varias crisis, e incluso hubo momentos en que no se sabía si podría salvar la vida.
Ante esa situación, los médicos que la atendían decidieron hacerle un autoimplante de médula ósea.
Dicho así suena sencillo, pero realmente no lo era, porque había que aprovechar que la quimioterapia la dejara libre de células malignas, para ir extrayéndole la médula ósea.
Era un proceso doloroso para la niña y para todos los que estábamos cerca de ella. Pero María Michelle fue valiente y todo lo soportó. La fe de la familia nunca decayó.
Además, los familiares, amigos y colegas de los esposos, así como instituciones, decidimos poner nuestro grano de arena para salvar esta vida.
Particularmente, la autora de esta columna, con el apoyo de Xiomarita Pérez y de su escuela de bailes Edoritmos, hizo una exposición de muñecas de trapo que resultó todo un éxito. A la exposición se le añadieron algunas ideas de Xiomarita, como la de confeccionar camisetas y botones con la fotografía de María Michelle impresa, que también se vendieron.
Parece que me identifiqué tanto con esta causa que muchas personas me preguntaban por mi hija.
Días después se llevó a cabo el implante en el hospital Plaza de la Salud. Luego María Michelle debía ser sometida a constantes evaluaciones y llevar una vida de esmerados cuidados ante el temor de alguna recaída, pero todo resultó maravilloso y hoy, ocho años después, la oncóloga María de Jesús Benzo la declaró SANA.
Ante la alegría que nos embarga solo podemos decir: ¡Gracias, Señor!