ROSA FRANCIA ESQUEA
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México acaba de aprobar una ley que permite el aborto siempre y cuando se haga durante las 14 semanas de gestación. El anterior país latino que dispuso una medida similar es Chile, por iniciativa de su presidenta Michelle Bachelet.
Dichas iniciativas han causado gran revuelo, malestar y preocupación entre las instituciones y personas defensoras de la vida humana, sobre todo la Iglesia Católica.
Cada día son más los gobiernos, los legisladores y las organizaciones feministas que trabajan a favor de la cultura de la muerte; República Dominicana libró una batalla recientemente para evitar que el aborto, bajo determinas circunstancias, no fuera penalizado; todavía no se puede decir que la hayamos ganado, porque de manera más o menos soterrada aquí es preocupante la cantidad de abortos provocados, sobre todo en adolescentes.
A mí, particularmente, me gustaría saber si las personas partidarias de esa acción criminal, en el hipotético caso de que les hubiera sido posible opinar, habrían estado de acuerdo con que a ellas les aplicaran la pena de muerte antes de nacer y no me cabe la menor duda de cuál sería su decisión.
El reverendo Telesforo Isaac mensualmente me envía un boletín, llamado Rapidísimas, con informaciones breves de contenido religioso.
El más reciente tiene una nota que señala que el actor Roberto Gómez Bolaños, el popular Chespirito, sale en un spot de televisión de una campaña pro-vida, en México, afirmando que cuando su madre estaba en estado de gestación sufrió un accidente y el médico le propuso terminar el embarazo.
Gracias a Dios mi madre no aceptó y aquí estoy vivito y coleando, dijo el cómico mexicano.
El spot termina diciendo: Abortemos la ley, no la vida. Sin lugar a dudas, es un excelente mensaje, pero México no quiso abortar la ley.