Mañana conmemoramos el Día Internacional de la Mujer, que es  para recordarnos que todavía tenemos en agenda alcanzar una serie de logros para que ya no tenga sentido  que  el calendario continué marcando esa fecha especial.

El día es utilizado para halagar a la mujer; se hace uso de la publicidad y de la propaganda para resaltar sus valores, pero lo verdaderamente importante es que eso sea un  trabajo continuo.

La fecha es oportuna para ponernos a reflexionar acerca de la cruda  realidad de muchas compañeras de sexo que todavía viven en pobreza extrema, sin acceso a los servicios elementales de salud, educación, vivienda digna, empleo y otras prerrogativas acordes con la Declaración Universal de los Derechos Humanos.

A eso se le agrega la violencia doméstica de que son víctimas muchas mujeres, fruto de esa misma marginalidad y de ancestrales patrones de conducta que se van reproduciendo y que requieren de la puesta en marcha de verdaderos programas de reeducación tanto para el hombre como para la mujer, sin olvidarnos de lo concerniente al aspecto legal, que en la mayoría de los casos no funciona. Mañana que  conmemoramos las jornadas de lucha que protagonizaron mujeres en diferentes partes del mundo en reclamo de sus derechos, queremos unirnos al coro de voces que se levantan en pro de la igualdad de género.

¡Que no haya mujeres maltratadas ni muertas por sus parejas! Que las compañeras de sexo femenino no reciban humillaciones de nadie mucho menos de sus congéneres. Qué se eliminen de nuestro código privado las exigencias de “buena presencia” para obtener un empleo y que ninguna mujer sea cancelada por ejercer el derecho a la maternidad, aunque se le disfrace de otros motivos. Y ahora ¡feliz día de la mujer!