Es algo ya institucionalizado la pérdida de docencia en la mayoría de las escuelas públicas y planteles privados antes y después de vacaciones, sean las de verano, Semana Santa y Navidad, o cuando hay elecciones.
Para el cierre, una gran cantidad de escuelas no se ajusta al calendario, sino que lo hacen antes. Yo recuerdo que antes las clases concluían el 23 de diciembre con un acto en ocasión del Día del Niño. Ahora las clases concluyen varios días antes.
Pero, además, el 7 de enero ya se reiniciaba la docencia; actualmente, el inicio se rueda uno o dos días más con el agravante de que entonces ya está próximo el fin de semana, como ocurrió este año, que muchos planteles iniciaron el 8, que fue jueves, entonces como van pocos estudiantes a éstos los despachan hasta la semana siguiente.
De manera que no solamente son los padres los que incurren en la irresponsabilidad, sino también que los dirigentes de muchos centros escolares, de manera sutil, están contribuyendo a la pérdida de docencia.
Creo que es hora de tomar algunas medidas y no solamente regañar a los padres, que incluso muchas veces hasta tienen que llevarse los niños al trabajo porque en las escuelas no hay clases.
Deben adoptarse algunas medidas disciplinarias contra quienes no asistan el primer día de clases e incentivar de alguna manera, que podría ser regalando algunos puntos a la nota final de las materias que tocan ese día, a los niños puntuales.
Pero en lo que sí estoy clara es que la tarea es colectiva, de padres, maestros y autoridades de la Secretaría de Educación.